Login_Crecimiento y sentido. Crecer sin acumular 2/6

El sábado 13 de febrero organizamos el segundo Login_ del proyecto Login_MicroEmprendimiento_entre_mujeres para investigar las especificidades del microemprendimiento social urbano practicado entre mujeres de la ciudad de Madrid. En esta segunda sesión nos hacemos algunas preguntas sobre cómo construir relaciones confiables y duraderas y a la vez dinámicas y flexibles.

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Una asesora profesional. Acompañar ideas de negocio y procesos subjetivos

 

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El Puesto en Construcción, nos explican Laura y Pablo, es un espacio de trabajo multidisciplinar en un puesto del mercado alquilado, que ellos mismos han acondicionado con criterios de bio-construcción. Actualmente son cinco personas (arquitectos, editores, artistas) y ceden el espacio a otros colectivos, ya que el mercado, para ellos, es un servicio público y debe estar abierto a los procesos comunitarios que allí se dan. Desde el Puesto en Construcción investigan esta participación en el proyecto Mercado habitado, integrante también del programa “Una ciudad muchos mundos”.

Enseñando y aprendiendo

Una vez acomodadas, Charo se presenta y nos cuenta que se dedica a la gerencia asistida y desde hace algunos años ha participado en varios proyectos de apoyo y asesoramiento a personas emprendedoras, especialmente a mujeres. Charo estudió Empresariales y ha trabajado muchos años en empresas como grandes auditoras y bancos. Sin embargo, lo que ella considera su “master” es un pequeño negocio familiar iniciado justo antes de empezar la crisis. Ahí es donde aportó los conocimientos profesionales adquiridos en sus trabajos anteriores y pudo “aterrizarlos”.

Otro de los proyectos en los que Charo se ha embarcado es la asociación Otro Tiempo. Trabajan la prevención de la violencia de género. Aunque no es un proyecto empresarial, varias mujeres han conseguido renta de manera más o menos estable contratadas por la asociación, buscando subvenciones y desarrollando otras vías de financiación, como impartir formación u ofrecer consultorías y asesoramiento integral en políticas de igualdad y violencia de género.

Uno de los proyectos de la asociación es Otro tiempo, otro planeta. Consiste en la recogida de aceite usado de cocina y ofrecen una oportunidad laboral a mujeres en riesgo de exclusión social y/o víctimas de violencia de género.

¿Hay diferencias entre los emprendimientos convencionales y los sociales?

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Charo cuenta que ha recibido formación especializada en emprendimiento social de una importante escuela de negocios. Esta experiencia le permite comparar los conocimientos que se ofrecen desde las escuelas de economía convencionales y los programas que acompañan a emprendimientos sociales. Dice que ella ha visto que los conocimientos son los mismos, aunque la calidad de los formadores y de las metodologías de las escuelas de negocios son muy buenas. La diferencia tiene que ver con el lenguaje. Las estrategias y las palabras que se usan son distintas: marketing, buen diseño, coaching, branding, etc. “Si no manejamos este lenguaje quedamos fuera de juego”, observa.

Para Charo, “lo más valioso ha sido entender que más allá de la diferencia en el objetivo, el lucro o la transformación, lo que da viabilidad y hace que funcionen una empresa social y una empresa convencional es muy similar. Pero hay diferencias de clase social. Si tienes buenos contactos, desde la empresarialidad convencional podrás llegar a grados altos de financiación que la mayoría de las mujeres que quieren emprender y acuden a servicios de la administración no tienen”.

Emprender es, además, un proceso subjetivo

Una de sus últimas experiencias laborales acompañando a mujeres emprendedoras ha sido en un municipio próximo a Madrid. Comenta que, aunque el proyecto se centraba en economía social y cooperativismo, lo social y lo colectivo “se desplazaban” porque el 90% de las mujeres que acudían lo hacían solas. Además de ser proyectos individuales, el perfil de mujeres que ha acudido al servicio es el de mujeres que se han quedado fuera del mercado laboral por su edad o porque han criado y les resulta difícil volver. “Todas buscan algo aunque muchas no saben bien qué. Necesitan pasar a la acción aunque sienten miedo o inseguridad, pero quieren salir del aislamiento que provoca el desempleo”. Charo nos plantea que son pocas las mujeres que llegan con una idea muy clara de negocio.

Lo que más le gusta de su trabajo son las subjetividades que intervienen. “Las mujeres llegan al recurso de asesoramiento con una idea más o menos trabajada y una experiencia laboral y vital. Yo trabajo con esas ideas de negocio, sus recorridos vitales y profesionales y la parte subjetiva: ¿qué te pasa a ti con esa idea?

Basándose en este trenzado de experiencias propias y actividad profesional, Charo comparte algunas de las conclusiones sobre las mujeres que emprenden, el tipo de proyectos que persiguen y los recursos públicos que ofrecen acompañar estos procesos, a las que ha llegado.

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Las mujeres que quieren emprender están en red. Aunque los proyectos sean individuales, se sostienen gracias a redes familiares, de amistad y de alianzas entre mujeres que están iniciando su actividad, convirtiéndose en proveedoras y clientas que intercambian recursos para abaratar costes. En el caso de mujeres migrantes, esta red se conforma entre compatriotas, conformando comunidades muy sólidas en las que tienen un importante papel personas que permanecen en los países de origen.

Los recursos de apoyo al emprendimiento que ofrecen las diferentes administraciones a menudo son insuficientes por que sólo trabajan la parte formal: la publicidad, el marketing, el plan de empresa. Este lenguaje resulta ajeno para muchas mujeres, y es necesario realizar una traducción desde las ideas de negocio que traen a los aspectos que es necesario tener en cuenta a la hora de poner en marcha un proyecto. Plasmar todo ello en un plan de empresa que resulte útil es muy difícil, y más hacerlo sola.

A pesar de toda la publicidad no hay ayudas suficientes: “la mayor dificultad para comenzar está en el acceso a la financiación que, sin garantías ni apoyo económico previo (ahorros, préstamos, pequeñas inversiones), no se obtienen. Los proyectos que empiezan no pueden ofrecer garantías. Puedes tener un plan de empresa pero el papel lo aguanta todo. Es cuando se pone en marcha cuando se ve si funciona. Muchos proyectos no aguantarán, pero sin nada de inversión sus posibilidades son más escasas.”

Pegadas a las circunstancias

Preguntamos a Charo con qué conectan las ideas de las mujeres emprendedoras, ¿con oportunidades que ofrece el mercado?, ¿con sus pasiones? Responde que en los emprendimientos de mujeres no hay ideas “a lo grande”, y lo ve como un déficit. Los proyectos de las mujeres son pequeños. Muchas veces las ideas surgen de lo más cercano y están pegados a las circunstancias (no tener dinero, estar aislada, estar criando). Por ejemplo, una mujer tiene un bebé y construye collares de lactancia para vender. Otras tienen una idea a partir de una habilidad, como cocinar o coser.

En algunos casos, el hecho de que el emprendimiento esté «pegado a las circunstancias» expresa una debilidad de los proyectos.

Al redactar este texto,y con algo de distancia respecto a la conversación con Charo, reflexionamos sobre el hecho de que algunos grandísimos emprendimientos surgieron como necesidad propia, “pegados a las circunstancias”, Por ejemplo, Youtube o Facebook.

La diferencia entre los collares de lactancia y Youtube quizás no sea tanto la idea (que parte de una necesidad-pasión inmediata concreta, «pegada» a la situación), sino la visión y proyección de esa idea.

Esto está relacionado con la escala. En un proyecto, el crecimiento, la capacidad de escalar puede tener mayor centralidad o ser más periférico. Por ejemplo, una mujer que produce jabones artesanos puede plantearse aumentar la producción como objetivo a corto plazo. Otra productora pone en el centro el cuidado en los modos de trabajo y hace la cantidad de jabones que puede hacer con sus manos, de manera artesanal, directa y con un proceso muy cuidadoso, casi de piezas únicas. Sin embargo, la diferencia de precio entre uno y otro jabón no podrá ser excesiva.

Salimos del Mercado de San Fernando y tomamos el autobús. Desde Lavapiés a Malasaña, rumbo a La Manual.

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Login_Crecimiento y sentido. Crecer sin acumular 1/6

El sábado 13 de febrero organizamos el segundo Login_ del proyecto Login_MicroEmprendimiento_entre_mujeres para investigar las especificidades del microemprendimiento social urbano practicado entre mujeres de la ciudad de Madrid. En esta segunda sesión nos hacemos algunas preguntas sobre cómo construir relaciones confiables y duraderas y a la vez dinámicas y flexibles.

Alida_DiazNos encontramos en una cafetería en el barrio de Lavapiés. Algunas personas estuvieron en el primer Login_, aunque la mayoría son caras nuevas. Hemos crecido en número y superamos la veintena. Y, sin más, empezamos con Alida Díaz, co-investigadora invitada en este Login_. Le pedimos que nos ofrezca un marco inicial sobre crecimiento y sentido, un boceto con preguntas o apuntes inspiradores que pueda servirnos de mapa a lo largo del recorrido.

 

¿Qué es crecer?

Alida empieza explicando que si aceptamos que nuestro marco de funcionamiento es la crisis y que esta crisis no es coyuntural, ni es un impasse, ni es un momento de interrupción de la normalidad sino un estado más o menos permanente, entonces ya no podemos plantearnos el crecimiento personal o de nuestros microemprendimientos colectivos desde la lógica del trabajo asalariado, ni desde la lógica del estado garante. Los lugares que creíamos seguros se desvanecen y no nos espera un lugar vacante al que volver cuando la tormenta pase.

Tampoco pensaremos el crecimiento desde las ideas de productividad, eficiencia, beneficio, competencia, ganancia o crecimiento ilimitado. Es decir, desde la dicotomía obsoleta que discrimina entre el mundo público / productivo / de lo económico, que se mide en términos monetarios, y el mundo privado / de la reproducción / de lo no económico, que no se mide en términos de dinero.

Nuestros intentos de microeconomías, solas o con otras, son una respuesta a este nuevo funcionamiento en crisis. Para ellos recuperamos lenguajes y modos de organizarnos que provienen de nuestros hogares (entidades económicas de primer orden), del taller artesanal, de la cooperativa, de la feria, del banco de tiempo, de la asociación, del centro social, del grupo de consumo, de los espacios de trueque, de los de crianza…

Desde estos lugares, las preguntas comunes acerca del crecimiento, podrían ser: ¿Cómo damos consistencia a estas experiencias de otras economías? ¿Con qué reglas? ¿Con qué valores? ¿Con qué estrategias sostenemos el sentido primero de nuestros emprendimientos, aquello que de ningún modo querríamos perder por el camino?

Crecer es reorganizar el tiempo de todos los trabajos

Para muchas de nosotras, entre los primeros deseos está el de liberar tiempo, liberarlo del trabajo para darlo a la vida, es decir, disminuir la jornada laborar remunerada y conseguir un reparto más justo y equilibrado de los tiempos socialmente necesarios: trabajo remunerado y trabajo doméstico (o no remunerado). Pero en el marco alterado de la crisis hay ideas que ya no sirven. A todas nos ha pasado que, pensando en alcanzar esa media jornada, nos pasamos trabajando las veinticuatro horas del día.

Quizá la cuestión es qué organización del tiempo, cualitativamente diferente, inventamos para que el recurso tiempo sea más rico.

En lugar de pensar el tiempo fragmentado (la media jornada, tiempo para mi / tiempo para otros, tiempo privado / tiempo público, tiempo gratuito / tiempo retribuido) ¿qué estructura colectiva del tiempo organizamos para que el tiempo del cuidado mutuo, de la escucha, de la amistad, del trabajo, de la colaboración, del descanso, de la soledad, de la formación, del ocio, sean solo uno?

Desde ahí hay algunos problemas-preguntas, esa estructura:

¿Cómo resistirá la inestabilidad de nuestros emprendimientos? Por ejemplo, hoy tenemos muchos encargos, mañana cero. ¿Y la dispersión que conlleva?

Y ¿cómo resistimos la feminización (mal entendida) del tiempo? Las mil tareas en simultáneo, el tiempo altruista de “lo hago mejor porque soy mujer”, “lo hago por amor”, es decir, la infravalorización del tiempo invertido en esas mil tareas.

Crecer es hacer conexiones de sentido

Una de las intenciones de este Login_ es “darnos mutuamente un suelo social más firme, menos frágil, en el que esta nueva economía para las personas pueda asumir incertidumbres, pero evite a la vez los riesgos de una catástrofe.”

Cuantas más conexiones de sentido logremos, más consistente será ese suelo: conexiones entre trabajo, vida, política, pasiones, lecturas, dinero, espacios, infraestructuras, necesidades, cuidados, vínculos, amigos, trabajo, familia…

Una conexión de sentido importante para nuestro crecimiento es la que logremos construir entre aquello que hacemos y con quiénes y para quiénes lo hacemos. Aquí las preguntas podrían ser: ¿Con quién queremos trabajar? ¿A quiénes queremos dedicar nuestro trabajo? ¿Para cubrir qué tipo de necesidades?

Podemos traernos (desde el cuidado) la idea de interdependencia para ponerla en el centro: todas dependemos del tiempo de trabajo que otras y otros nos dedican. ¿Qué figuras de colaboración encontramos que superen las de cliente/proveedor? ¿Qué conexión de conocimientos, complementariedades, qué comunes hacemos circular?

Porque si no conectamos todo esto desde nuestra vida, el mercado capitalista está dispuesto a organizarlo por nosotras: nos pone como primer sentido de nuestro trabajo el consumo, y nos dicta los deseos. Y, con esos parámetros, la terapia si estamos solas, el coaching si queremos sentirnos autosatisfechas, etc.

Un ejemplo extremo de ello son los talleres textiles de la comunidad boliviana en Buenos Aires. Los dueños de los talleres son dueños también de la radio que se escucha durante la extensa jornada laboral. La radio anuncia las fiestas del fin de semana en los locales de los mismos dueños. Las fiestas están patrocinadas por la agencia de viajes con la que el dueño negocia los viajes de los costureros y costureras desde y hacia Bolivia, ya que el dueño del taller también organiza los tiempos de estancia de las familias y su recambio por otro grupo “fresco” cuando el primero ya considera que ha ahorrado lo suficiente y no da más de sí.

Crecer es abrir espacios de vida

Nuestro espacio cotidiano se fragmenta en usos. Discurrimos entre espacios de circulación: de la casa al trabajo, del consumo al descanso, de la pantalla a la cocina. Y, a la vez que se fragmenta, el espacio de vida se contrae, se concentra, se densifica. Tenemos menos espacio y le adjudicamos más usos: la oficina está en casa y compartimos el espacio privado con otros pero sólo para soportar los gastos.

Es necesario dotarnos de espacios de creación, vida y afectos, donde quepan y se combinen el espacio personal necesario y el espacio común, a una escala justa, apropiable y determinada por nuestros movimientos y nuestras posibilidades.

Quizá la cuestión del espacio, como la del tiempo, es pensar qué organización cualitativamente diferente nos inventamos. Cómo hacer que el recurso “espacio” sea más rico y diverso, más estimulante, alegre y vivo, para que nos permita experimentar diversas relaciones, entre distintas generaciones, entre personas con conocimientos diferentes, también entre técnicas, herramientas, objetos… y economías.

¿Cómo hacer para que sea abierto y consistente a la vez, que ofrezca libertad de apropiación pero sin dejar de ser lugar de apoyo y refugio? Nuestro espacio será más firme también a partir de las conexiones de sentido que lo habiten: menos lugar de paso y más lugar de encuentro, menos de flujo y más de permanencia.

Así termina la exposición de Alida, y con esas vías abiertas rebotando en nuestras cabezas, salimos de la cafetería y nos dirigimos al mercado de San Fernando, un mercado de abastos que acoge actividades no típicas, y nos apretujamos en el Puesto en Construcción.

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Login_Crecimiento y sentido. Crecer sin acumular

Plazas completas. Puedes rellenar el formulario para entrar en lista de espera y nos ponemos en contacto contigo.

 

Sábado 13 de febrero

Con quién inventarse el trabajo

Hoy en día el trabajo es autoproducido. Adquirir conocimientos no garantiza el acceso al mercado laboral, que ahora casi no existe. Cuando nadie te da trabajo estás obligada a ser autora de tu recorrido laboral. Pero mantener la energía que requiere inventarte el trabajo, darle un sentido y llegar a fin de mes puede ser un problema.

Tenemos la intuición de que sola no puedes, con amigas si. Pero, ¿es realmente así?

¿Cómo podemos construir relaciones confiables y duraderas y a la vez dinámicas y flexibles? ¿Cómo mantenemos la identidad del grupo a lo largo del tiempo y a la vez somos permeables y abiertas a lo nuevo y diferente? ¿Cómo lograr distribuir la abundancia y a la vez proteger la estabilidad de los proyectos?

El próximo sábado 13 de febrero, te convocamos al segundo de los tres Login_ que, en el marco de esta investigación, llevaremos a cabo durante este curso.

Como parte del programa de creación e investigación Una ciudad muchos mundos 2015, convocado por Intermediae, arrancamos con el proyecto de investigación Login_MicroEmprendimiento_entre_mujeres  para investigar las especificidades del microemprendimiento social urbano practicado entre mujeres de la ciudad de Madrid.

 

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Recorrido

Os proponemos un recorrido en el que visitaremos, entre otras experiencias:

  • Un espacio público de gestión privada → las ganas y las dificultades de encontrarse con otras.
  • Una infraestructura colectiva → grupos con distintos grados de apertura, participación e implicación.
  • Un espacio de cotrabajo → la gestión de un llamamiento a incorporarse en un grupo ya formado.
  • Un grupo informal → el reparto de las responsabilidades y las contribuciones.

Cuándo

El sábado 13 de febrero de 2016 de 10 a 16:30h aproximadamente.

Horario

Quedaremos en un lugar céntrico a las 10h. (Te comunicamos por mail el lugar exacto cuando te confirmemos la plaza).

A la hora de la comida, te ofreceremos un picoteo sencillo tipo picnic. Si crees que puedes quedarte con hambre, puede ser buena idea traer algo de fruta o similar. Lo mismo con los líquidos, habrá agua de grifo.

Dónde

La actividad implica desplazamiento. Ven con ropa y calzado cómodo. Es posible que usemos medios de transporte público. El coste del billete corre de tu cuenta.

Formulario de inscripción

La actividad es gratuita pero las plazas son limitadas. Por favor, rellena el formulario de inscripción.

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Login_Dinero, empleo y sostenibilidad de la vida 5/5

El sábado 14 de noviembre organizamos el primer Login_ del proyecto Login_MicroEmprendimiento_entre_mujeres para investigar las especificidades del microemprendimiento social urbano practicado entre mujeres de la ciudad de Madrid. En esta primera sesión nos hacemos algunas preguntas sobre el cuidado, el dinero, el trabajo y el empleo.

El Login_ finaliza en un parque cercano a la sede de Abierto, con grandes vistas sobre la ciudad de Madrid, el corro de participantes comparte una breve valoración. Más tarde, ente las organizadoras, ponemos en común nuestra particular reflexión sobre lo aprendido en esta jornada.

Ronda_Final

El cuarto propio y las apuestas en colectivo

 

De toda la vida, las mujeres han puesto en marcha empresas y negocios (una peluquería, una tienda de alimentación, venta de ropa…). En los años 80, una peluquería era una peluquería, no era un emprendimiento. ¿Qué significa, pues, “emprender”?

El boom del emprendimiento no persigue dinamizar la generación de empleo por cuenta propia. Lo que persigue, sobre todo, es un cambio subjetivo: el cambio subjetivo que precisa la nueva matriz productiva neoliberal, que ya no requiere de personas obedientes y disciplinadas dispuestas a renunciar a su creatividad y a su libertad a cambio de seguridad (pleno empleo, seguros sociales, pensiones…), puesto que la nueva matriz productiva ya no va a ofrecer ese tipo de seguridad.

El emprendimiento es la aceptación, el sometimiento a las nuevas reglas del juego, así como un entrenamiento en las mismas. Para el neoliberalismo, por lo tanto, lo importante no es si tu emprendimiento triunfa o fracasa, sino hasta que punto te adhieres y practicas con las leyes de esa nueva matriz productiva: autoimplicación, movilidad, etc.

El problema es que esta nueva matriz productiva neoliberal no es absolutamente mala, igual que, en su momento, no lo fue la fábrica industrial. En los años 70, la fábrica industrial proporcionó a muchas mujeres la oportunidad de salir del pueblo y de liberarse del control social (poder fumar, llevar pantalones, tener amigas, dinero y tiempo propios, conocer chicos, libertad sexual…).

Desequilibrar esos dos platos de la balanza (explotación fabril contra autodeterminación y libertad) fue el objetivo de una lucha de clases continua, en la que ambas clases sociales trataban continuamente de ganar y consolidad más fuerza.

Ahora los emprendimientos se presentan ante las mujeres como la posibilidad de armar un trabajo autónomo, creativo y conectado con un sentido propio.

Desde las contribuciones feministas, el cuarto propio es la metáfora de la independencia. Tener una habitación propia (y dinero propio) proporciona la independencia necesaria para una vida autónoma. Entonces ¿emprender es hacer un cuarto propio?

El cuarto propio no es el autocuidado narcisista (tiempo para mí, masajes, viajes, terapias personales…), cuando ese cuidado consiste en reconstruirte para otros, para ser más vendible, más empleable, más deseable. Tampoco es un jardín idílico ni un parque temático y no es simplemente ocio o distracción (como ver una serie en la pantalla cuando estás agotada para hacer nada más).

El cuarto propio es, sobre todo, un lugar y un tiempo para recuperar la capacidad perdida de estar sola contigo y para regenerar las relaciones no instrumentales, las que no sirven “para nada” (contigo misma, con las otras, con las cosas, con el planeta…).

El patriarcado penaliza a las mujeres que hacen su cuarto propio y mucho más si son cuidadoras. La penalización se expresa como culpabilidad (soy egoísta). El neoliberalismo penaliza a las mujeres que no asumen el emprendimiento como la forma buena de moverse por el mundo. La penalización se expresa como impotencia (estoy estancada, no he sabido reinventarme).

Cuarto propio y emprendimiento, si bien tienen zonas de contacto, no son ni mucho menos lo mismo. Este Login_ nos ha permitido pensar esa diferencia.

Puedes descargarte el relato completo en pdf

 

 

 

 

Login_Dinero, empleo y sostenibilidad de la vida 4/5

Esta es la continuación del relato del Login_Dinero, empleo y sostenibilidad de la vida que hicimos el sábado 14 de noviembre de 2015. Si quieres leer la crónica desde el inicio, pincha aquí.

Abierto hasta el amanecer. De lo privado y oculto a lo visible y colectivo

Abierto hasta el amanecer es una empresa cooperativa de iniciativa social, sin ánimo de lucro, constituida por mujeres en el año 2002. Su sede está en el barrio obrero de Vallecas.

Abierto, como ellas llaman a su cooperativa, desarrolla su labor en tres áreas: formación, servicios (en aulas telemáticas y atención a la infancia) y procesos de transformación. Es dentro de este área, en el que desarrollan desde el 2009 proyectos con una visión integral para mejorar las posibilidades de inserción laboral de las mujeres desempleadas.

Esperanza, socia de Abierto, nos explica cómo, al empezar a entrevistar a las mujeres, supuestamente desempleadas, se dieron cuenta de que estas tenían un currículum profesional oculto. Las mujeres se consideran “desempleadas” y dicen que no trabajan, pero, en realidad, “echan horas aquí y allá”, es decir, están trabajando como mujeres de la limpieza o dentro del denominado empleo de hogar. Aunque ellas dicen estar en paro, en realidad están trabajando en la economía sumergida y, en muchos casos, su trabajo es vital y el principal sustento para ellas y su familias.

El currículum oculto

Tras este descubrimiento, las de Abierto se empiezan a plantear cómo hacer emerger esa economía invisibilizada y esos currículums no reconocidos que están siendo los pilares de la economía familiar. Se les ocurre poner en marcha procesos de acompañamiento para que las mujeres pasen de hacer trabajo doméstico en la economía sumergida a constituir empresas de servicios a domicilio (aunque, dicen, “nadie compra procesos que no dan resultados garantizados ni inmediatos”, por lo que las dificultades de financiación pública de estos planes son continuas y, a menudo, se presentan dificultades en la continuidad).

Este acompañamiento (del empleo de hogar a la constitución de empresas de servicios a domicilio) empieza con una charla informativa en la que las mujeres hacen un análisis participativo de su situación y se les explica lo que puede suponer el autoempleo colectivo. (Las de Abierto no hablan de emprendimiento, sino de autoempleo colectivo).

Las mujeres que muestran interés en formar parte de un grupo asisten a unos talleres. En estos talleres hacen su plan de empresa con los clientes que tienen en la actualidad y estudian cómo alcanzar viabilidad económica.

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Se generan grupos promotores. Se trabajan conocimientos y habilidades empresariales, y también otras cuestiones como la necesidad de equilibrar y ajustar las expectativas individuales y grupales.

Si el proceso avanza, se constituye la cooperativa de servicios a domicilio. La estrategia es constituir cooperativas con objetivos sociales amplios y salir del cajón de sastre del trabajo doméstico para especificar todos los servicios que se pueden prestar (limpieza, cocina, servicios personales, etc.).

Explican que la tasa de «éxito», el número de grupos promotores que se constituyen en cooperativas, es del 50%. Las mujeres que constituyen estas cooperativas de servicios a domicilio rompen el estereotipo del emprendedor que suele ser una figura masculina, universitaria, joven, etc. Aunque no se identifican como emprendedoras, la mayoría de las mujeres con las que trabajan en realidad ya han “emprendido”, muchas han migrado y son las responsables de familias monoparentales.

Constatan que para poner en marcha este tipo de procesos se necesita mucha motivación. Se dan cuenta de que las autóctonas están menos motivadas que las emigrantes. Las mujeres nacidas aquí que trabajan en el empleo del hogar tienen los trabajos mejores y, además, ya tienen derechos de ciudadanía. Sin embargo, para las emigrantes, trabajo y papeles van de la mano. Por eso, creen, las mujeres de origen extranjero están más dispuestas a iniciar ese proceso, que consiste en “crear” un empleo a partir de lo que ya tienes.

Desplegar un círculo virtuoso

 

El proceso de creación de empleo colectivo a partir de lo que ya tienes, explica Esperanza, despliega un círculo virtuoso: eres una empleada de hogar pero tienes un currículum oculto, sabes hacer muchas cosas catalogadas en sí mismas como profesiones (por ejemplo, cuidando a personas mayores haces de peluquera, de podóloga, de enfermera…). Lo primero es visibilizar, ante ti misma, tu currículum oculto. Esto hace que te puedas plantear dejar de ser empleada de hogar y pasar a ser empresaria con clientes (por ejemplo, ofreciendo servicios de peluquería a domicilio). En este proceso sales del aislamiento, se reconoce que trabajas, adquieres derechos y seguridad social.

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Sobre el aislamiento, explican que muchas emigrantes ya habían reagrupado a su familia aquí, pero, con la crisis, el marido ha perdido el trabajo, la familia ha regresado y ellas se han quedado solas y vuelven a ser internas, lo que aumenta mucho su aislamiento. La colectivización del trabajo “obliga” a relacionarte con otras, a llegar a acuerdos, por ejemplo cómo repartir el dinero. Aunque tu familia haya regresado y estés sola aquí, haces una nueva «familia» y se generan vínculos muy fuertes con otras mujeres.

Como dificultades que pueden llevar al «fracaso» de la creación de cooperativas, hablan de lo difícil de trabajar en equipo y de no tener expectativas comunes. Otra dificultad es la necesidad de tiempos largos para que se consoliden este tipo de iniciativas que tienen su propio ritmo. Muchas veces, las reuniones de los grupos o las sesiones formativas se dan los fines de semana, tiempo que las mujeres tienen para descansar, relacionarse y, además, trabajar en el proceso. La escasez y la discontinuidad en la financiación que recibe Abierto para el acompañamiento de este tipo de procesos no facilitan el seguimiento o la intervención a medida que los proyectos pueden necesitar.

Otro de los puntos claves para Esperanza es la necesidad de disponer de infraestructuras de autoempleo colectivo que sustenten y faciliten la actividad empresarial (papeleo, contabilidad, gestión, planificación), infraestructuras que ayuden para que estar en una cooperativa no signifique mucho más trabajo y cansancio que trabajar sola.

El reto consiste en resolver las necesidades inmediatas de las mujeres y de los hogares que necesitan emplearlas y, a la vez, producir rentabilidad social. La prestación de cuidados se está resolviendo en el mercado muchas veces sumergido, mediante acuerdos privados. Hay hogares que no pueden pagar lo que consideran digno y esto es parte del problema.

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Para las de Abierto, creación de autoempleo colectivo es compatible con lucha y reivindicación: los hogares deben salir de sus comodidades y, si pueden, ofrecer un pago justo. Y hay que emplazar al Estado para que asuma su parte de responsabilidad y la negociación de los cuidados no quede como un asunto privado y sumergido. Hablan de falta de voluntad política y de muchas resistencias, por ejemplo, cada vez hay más hogares que requieren del trabajo del hogar, en los que se da la paradoja de que personas trabajadoras se convierten en empleadoras. Este hecho distancia la exigencia de condiciones laborales dignas para mí de las de las personas que empleo. A ello, se añade la falta de reconocimiento que suelen sufrir los grupos de mujeres.

Aunque no todos los procesos finalicen con la creación de cooperativa, Esperanza explica que todas las mujeres que participan se llevan algo: trabajar en red, visibilizar los cuidados más allá de la reivindicación, conseguir que los conflictos no terminen en rupturas, superar el miedo a que alguna deje el grupo…

Cuando le preguntamos por las claves del éxito responde: “para bajar el emprendimiento al nivel de las personas no hay una fórmula mágica que funcione. Lo que funciona es partir de las realidades.“

 

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Login_Dinero, empleo y sostenibilidad de la vida 3/5

El sábado 14 de noviembre organizamos el primer Login_ del proyecto Login_MicroEmprendimiento_entre_mujeres para investigar las especificidades del microemprendimiento social urbano practicado entre mujeres de la ciudad de Madrid. En esta primera sesión nos hacemos algunas preguntas sobre el cuidado, el dinero, el trabajo y el empleo.

Idealoga. El cooperativismo como forma de vida

Tras la conversación en la Eskalera Karakola, caminamos hacia el Colaboratorio para encontrarnos con Sandra, miembro de Idealoga, una cooperativa de iniciativa social que ofrece servicios de consultoría, intervención social y psicología “para una buena vida”. Apenas hemos recorrido unas cuantas manzanas y, sin embargo, el nuestro ha sido un largo viaje en las estrategias cotidianas para afrontar el trabajo, la renta y la vida: del rechazo del trabajo que se respiraba en los inicios de la Karakola pasamos ahora a un grupo de psicólogas que opta por el cooperativismo como apuesta política y existencial fuerte.

Pon el dinero y el trabajo donde estén tus ideas

Así nos lo cuenta Sandra. “Como psicólogas, lo habitual es el trabajo individual, pero hicimos nuestras prácticas en una cooperativa y vimos que esa estructura permitía tener control sobre tu renta y sobre los contenidos de tu trabajo, hacer un reparto colectivo, dar sentido colectivamente a lo que haces… Para nosotras eso tiene un valor incalculable, porque sentimos que, con nuestro trabajo, no sólo ‘ganamos el pan’, sino que también transformamos las relaciones sociales y económicas”.

Sandra

Esto no significa que el cooperativismo sea la panacea, “la solución a todo”. Sandra no oculta en ningún momento las dificultades y los claroscuros: los salarios ínfimos durante los primeros años, las jornadas laborales de 12 a 14 horas, aún ahora, los altos niveles de estrés y exigencia para mantenerse a flote resultando a veces un modelo autoexplotador o las contradicciones con muchos de los clientes con los que trabajan (desde la administración pública hasta los “talleres de gestión del estrés” para una corporación multinacional. Pero buena parte de estos claroscuros y de los malestares que generan tienen, a su juicio, que ver con la precariedad generalizada y con la aceleración inserta en la cultura en la que vivimos. De hecho, en posiciones estables de trabajadores fijos por cuenta ajena aparecen problemas parecidos: hay una percepción de precariedad, porque aunque los sueldos son más elevados, el nivel de vida y las expectativas también, y hay mucho estrés ligado al trabajo por objetivos que impone la empresa.

Por otro lado, la cooperativa ofrece un espacio colectivo desde el que elaborar las contradicciones y los malestares, diseñar estrategias para afrontar los vaivenes del mercado y combinar motivación con flexibilidad: “Fijar objetivos juntos hace que te empeñes y que aceptes jornadas de 14 horas, porque trabajas por algo que te crees y has decidido y, por otro lado, hay también una flexibilidad, por ejemplo, yo he tenido una baja de 9 meses para cuidar a mi hija y mi equipo no sólo lo aceptó, sino que además trabajó para facilitar mi reincorporación”. Otro criterio que marca la diferencia es que “no buscarnos crecer todo el tiempo, sino sólo sostenernos”.

Terapia en tiempos de incertidumbre e hiper rendimiento

A pesar de estar formada por psicólogas, Idealoga no nació como una cooperativa de trabajo terapéutico privado, sino más bien de atención psicosocial subcontratada desde la administración pública y ofrecida, pues, como servicio público. Sin embargo, con la crisis y los recortes, lo terapéutico, como servicio de consulta privada o como complemento al servicio de salud para trabajadores de una gran empresa, se mostró “como una alternativa de mercado más estable”, que permitía, además, no depender de un sólo financiador y afrontar mejor los altibajos de estos tiempos de precariedad e incertidumbre.

Idealoga forma parte del Grupo Cooperativo Tangente y del Mercado Social de Madrid. Por esta vinculación y otras con el mundo de la economía social y solidaria, llegan a la consulta de Idealoga muchos cooperativistas: “gente cercana, emprendedora, cargada de las insatisfacciones y los malestares que genera nuestra forma de vivir –ansiedad, tensión, problemas para gestionar, para conciliar…”. “Nuestro enfoque ante estos problemas no es de corte psicoanalítico”, nos cuenta Sandra. “Proponemos procesos formativos, de duración variable (entre 5 meses y 2 años), donde ofrecemos herramientas para organizar mejor tu vida”.

En_Colaboratorio

“Vivimos en el ‘Siglo del Yo’: hay toda una industria publicitaria organizada en torno a la individualidad, que transmite el mensaje de que hay que ser un individuo único, especial.
Las terapias son algo cultural, muy relacionado con el proceso de individuación: en el siglo del Yo, la individualidad de cada uno está más presente que nunca. En el contexto de la salud mental, hay una explosión de las disciplinas psi: es decir, una tendencia a psicopatologizar muchas cosas y un auge increíble de las farmacéuticas y los psicofármacos. Desde Idealoga tenemos una visión crítica de todo esto. Nos juntamos para leer nuestro trabajo desde ahí, también porque somos psicólogas sociales más que clínicas. Nos planteamos un trabajo terapéutico que tenga en cuenta la sociedad en la que estamos insertos y que busque desarrollar la conciencia crítica. A veces derivamos directamente a espacios colectivos por que más que una terapia lo que la persona que viene necesita es relacionarse y trabajar algunas cuestiones en grupo”.

¿No hay en lo terapéutico contemporáneo, en el énfasis por encontrar “soluciones”, “estrategias de control del estrés”, una obsesión por lo afirmativo, que expulsa la negatividad, que insiste en el “sí se puede” y, con ello, entronca sin duda con espacios colectivos como el 15-M, pero también con lo peor de la autoayuda, que hace recaer todo el peso de la responsabilidad sobre el individuo? La pregunta polemizadora surge del corro de invitadas al Login_ que escucha con atención y respeto lo que Sandra nos cuenta. “Creo en la capacidad de cambio de las personas”, dice Sandra, “en ese sentido del ‘sí se puede’. Pero no me creo el discurso de de la autoayuda que plantea que siendo positiva y deseando de verdad, lo podemos todo, Barbara Ehrenreich lo retrata muy bien en su libro ‘Sonríe o muere’. En primer lugar, necesitamos a otras para cambiar. Además es importante identificar lo que depende de nosotras y lo que no”.

Autocuidados y emprendimiento

¿Cuál es la relación entre autocuidados y emprendimiento? Esta es otra de las preguntas que surgen del corro al calor de nuestra conversación. “En nuestra experiencia”, nos cuenta Sandra, “estos dos caminos se cruzan, porque para nosotras el emprendimiento cooperativo es fundamental para relacionarnos con el trabajo y el dinero tal y como queremos, cuidándonos”.

Para Idealoga, el trabajo es un asunto central (“un hecho natural”) y plantearse de qué vamos a trabajar, para qué y a quién vamos a sostener con nuestro trabajo es una reflexión fundamental, no sólo para una misma, sino como un regalo que ofrecerle a otros. Desde este convencimiento, Idealoga hace promoción del emprendimiento, pero con un enfoque que rompe con la versión tan individualizada que se ha puesto en boga en los últimos años: “para nosotras, el emprendimiento tiene que ver con la autoorganización de trabajo para que revierta en una dimensión social”. En definitiva, es sinónimo de cooperativismo. ¿Contribuye Idealoga, con su promoción del emprendimiento, involuntariamente, a la onda expansiva del “empresario de uno mismo” neoliberal o más bien al revés, hackea esta onda, resignificando y reconfigurando la práctica de emprender con su ADN cooperativista? La pregunta queda en el aire, apenas enunciada, pero nos acompaña ya luego durante todo el viaje.

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De lo que no queda duda es que las socias de Idealoga dedican momentos específicos de su jornada laboral a la elaboración colectiva de estas contradicciones y que esta elaboración se entiende como cuidado del grupo y sus miembros: “En Idealoga, las contradicciones las trabajamos en los espacios de cuidado, hablando de ellas, teniéndolas en cuenta a la hora de tomar decisiones e intentando convivir con ellas”.

Para Idealoga, este tipo de espacios específicos de autocuidado deberían estar presentes en toda la economía social, no necesariamente como un servicio centralizado, sino como algo a tener en cuenta y practicar desde diferentes lugares. “Ahora nos empezamos a preguntar qué queremos que sea nuestra cooperativa en relación con el ecosistema cooperativista que habitamos”, explica Sandra. Y añade: “Nos gustaría aportar desde la formación en este tipo de cuestiones”.

El contraste entre el rechazo del trabajo y la apuesta existencial por el cooperativismo aún genera cortocircuitos en nuestras neuronas mientras paramos a comer. Entre viandas, algunas de las invitadas discuten sobre el papel de lo público, o su desmantelamiento, en todo esto. Añadiendo una capa de complejidad más, iniciamos, aún con el postre en los labios, un nuevo viaje, en este caso rumbo a Palomeras, Vallecas. Los parques de colinas construidos sobre las chabolas de la inmigración rural, los bloques de realojo y las precarias construcciones nos recuerdan que, por más que todas podamos intentar un emprendimiento, los “nichos de mercado” de todas no son los mismos.

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Login_Dinero, empleo y sostenibilidad de la vida 2/5

El sábado 14 de noviembre organizamos el primer Login_ del proyecto Login_MicroEmprendimiento_entre_mujeres para investigar las especificidades del microemprendimiento social urbano practicado entre mujeres de la ciudad de Madrid. En esta primera sesión nos hacemos algunas preguntas sobre el cuidado, el dinero, el trabajo y el empleo.

La Eskalera Karakola. La distancia entre emprender y buscarse la vida

La Eskalera Karakola, EKKA, es un centro social autogestionado que nace en Madrid en el año 1996. Algunas mujeres que formaban parte del movimiento de “okupación” deciden en noviembre de ese año “okupar” una casa y disponer de un espacio autónomo y propio. Los proyectos que se alojan en la EKKA se inspiran en la autonomía y la autogestión pero sobre todo se consideran feministas.

Karakola

Marta fue una de las protagonistas de esos primeros años y nos cuenta cómo la Eskalera surge con un grupo de mujeres (y quizá una época) que no desea trabajar. Trabajar es vender tu energía al capital y eso es «perder la vida». Hay otras cosas importantes que hacer y el trabajo asalariado es sólo un peaje, la manera de conseguir renta para poder vivir. Así, la relación con la obtención de renta ya no se coloca en el centro del proyecto vital y hay un “devenir buscavidas”, que implica renunciar a una carrera profesional. El contexto, de abundancia de trabajos temporales, facilita esta estrategia que hoy, en un periodo de mucho paro y donde el puesto de trabajo parece un bien escaso, este planteamiento puede resultar difícil de entender.

A lo largo del tiempo, el espacio ha requerido dinero para mejorar su habitabilidad y las mujeres que iniciaron el proyecto se han hecho más mayores, quizá se cansaron de la incertidumbre y del vivir con tan poco dinero o sus necesidades básicas se incrementaron.

¿En qué punto están ahora las mujeres que habitan la Karakola?

Hablamos de casi 20 años de historia que, por ejemplo, para Anouk, han representado épocas de conexión y desconexión. Aunque participa de manera activa desde hace muchos años, no conoce bien a todos los colectivos que habitan este espacio feminista en la actualidad, por lo que no puede hablar en nombre de todas. Lo que sí que percibe es que en la EKKA se separa la militancia de la forma de conseguir renta de sus habitantes, la relación entre forma de vida, trabajo y obtención de renta no es un tema de conversación en el espacio.

Anouk

Ana plantea que parte de ese cambio puede ser debido a las diferencias espaciales. Inicialmente, la Eskalera Karakola era una casa okupada, y esta configuración de hogar favorecía tal vez la creación de una intimidad que ayudaba a pensarse y generar conocimiento desde las propias vidas.
Ahora, la EKKA está compuesta de dos locales reformados y alquilados y el centro social es más una agregación de diversos colectivos que comparten un mismo espacio que un colectivo que elabora un pensamiento común. Dejar de estar en una casa implica que la sostenibilidad de la vida deja de estar en el centro y se pasa a una mayor apertura en la que cualquier persona o grupo que se autogestione y sea feminista puede participar.
¿Existe una dimensión económica en la karakola?

En la Karakola se han dado diversas iniciativas que han servido para autofinanciar el espacio como un bar, un comedor vegetariano o una tetería. También ha acogido proyectos que proporcionaban una pequeña renta a algunas personas implicadas como una escuelita libre, clases de yoga o idiomas. Además, el espacio es el lugar de reparto y recogida de varios grupos de consumo del barrio que compran directamente a diversos productores alimentos ecológicos.

Ana

Sin embargo, la propuesta de abrir un coworking para que personas que no tienen oficina puedan trabajar en un lugar fuera de casa y que les permita cooperar, compartir información, pasarse trabajos, etc. ha sacado a la luz algunas tensiones relacionadas con el manejo del dinero y del trabajo.

¿Qué hace que algunas iniciativas que suponen manejo de dinero sí puedan llevarse a cabo en un espacio como este y otras no?

Se permiten actividades económicas cuando la retribución de quién las lleva a cabo es mínima. Además, la actividad debe estar abierta a la participación de cualquiera, como en el caso de las clases. En el caso de los grupos de consumo, no se cuestiona el apoyo a la apuesta empresarial de quienes producen, más bien al contrario: hay un fuerte compromiso con la sostenibilidad de proyectos de economía social.
El uso del local para repartir verduras o como lugar de coworking implica en ambos casos que el recurso finito del espacio disponible no puede ser usado por otros grupos o proyectos. Sin embargo, en el caso de la producción agrícola la actividad principal se desarrolla fuera de la Karakola y el espacio de reparto, aunque imprescindible para la actividad, puede trasladarse a otro lugar: tal vez esto es lo que hace que se acepten los grupos de consumo y, sin embargo, haya la sensación que algo como un coworking no cabe aquí.

De la EKKA no han surgido proyectos empresariales, aunque su construcción como espacio colectivo y sus prácticas han sido una escuela de feminismo para algunas mujeres que han participado y han logrado rentabilizar esos saberes en ámbitos académicos como investigadoras o especialistas en género o feminismos. Como en el caso de la producción de verduras, el ejercicio principal de la actividad académica o investigadora se da fuera del espacio compartido.

Pensando_Karakola

Con la propuesta del coworking parece explicitarse una dificultad, no del manejo de dinero en sí mismo, sino de la gestión de un proceso que genera una renta individual dentro. ¿Qué estatuto tiene una persona que está generando un dinero privado?, ¿a quién se le dice que si y a quién que no?, ¿qué actividades se permiten y cuáles no?, ¿cuándo se considera que los ingresos son estables y suficientes para hacer que la actividad migre a otros espacios?, ¿quién y cómo lo controla?, ¿qué retornos se establecen para el común?

La dificultad de gestionar toda la complejidad que surge al abrir un espacio donde generar trabajo y posibilitar la generación de renta individual, parece anular una alternativa para colectivizar las consecuencias de la precariedad y compartirlas sin constituir una empresa u otro tipo de estructura formal.

¿Trabajo o emprendimiento?

Hay un conflicto con las estrategias que se centran en conseguir renta propia. El interés propio parece malo, aunque la consecución de una renta resulte imprescindible para lograr una vida digna, para sostener la vida. Pero ganar dinero con tu trabajo se vincula al lucro y a la privatización de un espacio que es de todas.
Del mismo modo, tensiona la palabra emprendimiento. Encontramos en la conversación dos definiciones de emprender. Por un lado, como una manera de organizar recursos y personas para posibilitar una actividad económica y, por otro, como acción transformadora que construye una nueva forma de hacer relaciones socioeconómicas y culturales.

Espacio libre de dinero privado

Quizá hay algo más que los cambios en la configuración del espacio que no ponen la manera de conseguir renta en el centro, quizá algo del espíritu de esas primeras mujeres que no querían trabajar sino vivir ha perdurado en la Karakola. Este tipo de tensiones se dan en otros centros sociales o espacios reivindicados como políticos o militantes.

Ana cree que la Karakola es un espacio esencialmente político y plantea que, en este tipo de colectivos, la vivencia del dinero puede ser vivida como problema. Lo que hago está legitimado porque lo hago sin llevarme nada a cambio, no gano dinero. De alguna manera flota en el ambiente una idea que plantea que «si la política, la lucha, además de transformar, de divertirme, me posibilita ganar dinero resulta demasiado. El dinero es tabú. El trabajo nos da renta y la necesitamos, pero nosotras trascendemos al dinero.»

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Login_Dinero, empleo y sostenibilidad de la vida 1/5

El sábado 14 de noviembre organizamos el primer Login_ del proyecto Login_MicroEmprendimiento_entre_mujeres para investigar las especificidades del microemprendimiento social urbano practicado entre mujeres de la ciudad de Madrid. En esta primera sesión nos hacemos algunas preguntas sobre el cuidado, el dinero, el trabajo y el empleo.

¿Del deber cuidar al obligatorio cuidarse?

El punto de encuentro es una cafetería del madrileño barrio de Lavapiés. Entre tazas de café y caras aún amodorradas por el sueño, una veintena de mujeres nos sentamos en corro e inauguramos el Login_ una incursión en una realidad compleja.

Para arrancar, Marta Malo, que nos acompaña como coinvestigadora, nos ofrece unas pinceladas de contexto: se trata de pensar el microemprendimiento femenino con la transformación de la organización social de los cuidados como telón de fondo. Los cuidados, tradicionalmente asociados a las mujeres, están teniendo una creciente presencia pública: desde el ayuntamiento de Madrid se ha lanzado una campaña que declara el municipio «ciudad de los cuidados», pero también hablamos de que «mi amiga no me cuida, siempre llega tarde» o podemos oír cómo una mujer le dice a otra: «te tienes que cuidar más, querida, te veo muy apagada».

MiraElSol

¿Qué son exactamente los cuidados? Inspiradas en las reflexiones feministas sobre la reproducción, los definiríamos como el conjunto de actividades materiales e inmateriales de sostenibilidad de la vida. Su organización ha variado en el tiempo y en el espacio, pero en nuestras sociedades occidentales ha estado articulada, desde la revolución industrial, en torno al hogar unifamiliar gestionado por el ama de casa. Este tipo de organización, que no es natural, sino que tiene una especificidad histórica y geográfica, va asociada a una triple división, donde el segundo elemento de cada par es subalterno con respecto al primero: producción / reproducción, público / privado, cualificado / descualificado.

Dentro de este esquema organizativo, los cuidados aparecen como un conjunto de tareas descualificadas de reproducción, no remuneradas (en sociedades cada vez más salarizadas) y realizadas en privado por mujeres, que se ven encerradas individualmente en los hogares y tutorizadas, en primer lugar, por sus padres y maridos (que “las mantienen” con su salario) y, en segundo lugar, por los «expertos» (en salud, educación, higiene…).

Esta organización de los cuidados vive una crisis en la década de 1970. Por un lado, por una doble presión externa: el creciente sector servicios demanda cada vez más las destrezas relacionales y la inteligencia emocional que las mujeres han adquirido por su socialización en los cuidados, invitándolas, pues, a salir del hogar, a la par que la reestructuración productiva y la precarización laboral dificultan, si no imposibilitan, que todo un hogar se sostenga exclusivamente con el sueldo del varón, entendido como “cabeza de familia”.

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No obstante, no todo se explica por causas externas. Existe también una presión interna, encarnada en las miles de mujeres que ya no quieren seguir encerradas en el hogar, ni traer al mundo “tantos hijos como mande Dios”. El lema del feminismo autónomo italiano de la década de 1970, “Mamá ha salido”, se hizo realidad: son miles las mamás que salen en busca de otras formas de vida.

Con el resquebrajamiento del hogar como base de la organización social de los cuidados, llega el ensalzamiento del autocuidado: el cuidado se torna responsabilidad individual y cada individuo debe procurarse cuidado, fundamentalmente adquiriendo “hábitos de vida saludables” y comprando servicios en el creciente mercado de los cuidados, cada vez más orientado al bienestar individual.

Llega también la crisis del cuidado en las fases de mayor vulnerabilidad que todo ser humano atraviesa a lo largo de su biografía. Este cuidado ya no está garantizado por la estructura familiar. Se externaliza parcialmente del hogar, en dotaciones públicas (cada vez más precarias) y privadas (con alto coste). Todas las necesidades no cubiertas a través de la externalización exigen, para ser cubiertas, de múltiples malabarismos de las personas cuidadoras. Hay, también, cada vez más abandono de quienes necesitan esos cuidados: es decir, potencialmente, de todos.

Marta_en_MiraElSol

En este contexto de crisis salvaje, no obstante, se produce uno de los descubrimientos más decisivos. Quienes atraviesan fases vitales más vulnerables (enfermedad, vejez, infancia…) y quienes les cuidan constatan la dimensión ecológica intrínseca a la relación de cuidado humana: en contra de imperativo de «bienestar individual», la imposibilidad de separar el cuidado de uno mismo (autocuidado) del cuidado del otro.

¿Qué supone, para las mujeres, emprender en este contexto donde, por un lado, se nos abren nuevos nichos de mercado, en los que podemos ofrecer a cambio de dinero saberes adquiridos en el hogar, pero, por otro, nos vemos despojadas de la posibilidad de cuidar de otros y de ser cuidadas porque la presión por el rendimiento se lo come todo, y porque ya no estamos encerradas en el hogar, pero sí en la individualidad de cada cual? ¿Qué tipo de estrategias están poniendo en práctica las mujeres para afrontar este dilema?

Estas son las preguntas que motivan el primer Login_ sobre emprendimiento femenino y, con ellas rebotando en nuestras cabezas, termina la exposición de Marta y nos trasladamos a nuestra siguiente parada, pocos metros más allá del bar donde nos hemos encontrado.

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Login_ Dinero, empleo y sostenibilidad de la vida

PLAZAS AGOTADAS. RELLENA EL FORMULARIO SI QUIERES QUE TE INCLUYAMOS EN LA LISTA DE ESPERA Y TE AVISAMOS SI QUEDA ALGUNA PLAZA LIBRE.

Como parte del programa de creación e investigación Una ciudad muchos mundos 2015, convocado por Intermediae, arrancamos con el proyecto de investigación Login_MicroEmprendimiento_entre_mujeres  para investigar las especificidades del microemprendimiento social urbano practicado entre mujeres de la ciudad de Madrid.

El próximo sábado 14 de noviembre, te convocamos al primero de los tres Login_ que, en el marco de esta investigación, llevaremos a cabo durante el próximo curso.

La responsabilidad de la reproducción social

La crisis económica y la devastación de lo público van de la mano de una crisis de los cuidados que ha puesto en un brete la sostenibilidad de la vida. Las mujeres (y cada vez más hombres) hacen malabarismos para combinar un acceso a la renta muy precario, jornadas laborales flexibles y muy demandantes con el tradicional papel de cuidado. En este ecosistema se están generando los microemprendimientos entre mujeres.

MujeresTrabajandoMaquinasCoserBarcelona-1926¿Qué contradicciones y qué sinergias se crean cuando los cuidados se encuentran a caballo entre núcleos de convivencia, redes urbanas, dotaciones públicas, financiación privada y estatal… y el mercado? ¿Cómo atraviesan este complejo ecosistema los microemprendimientos de mujeres? ¿Quién y cómo se hace cargo de la reproducción social?

Recorrido

Os proponemos un recorrido en el que visitaremos, entre otras experiencias:

  • Un centro social autogestionado → gratuidad, contribuciones y retornos no monetarios.
  • Un emprendimiento que ofrece autocuidado → la necesidad de adquirir bienestar.
  • Un microemprendimiento que ofrece productos directos a particulares → cuánto cuesta lo que hago.
  • Una empresa de atención y cuidados dignos → el valor social y el coste económico de los cuidados.

Cuándo

El sábado 14 de noviembre de 2015 de 10 a 16:30h

Horario

Quedaremos en un lugar céntrico a las 10h. (Te comunicamos por mail el lugar exacto cuando te confirmemos la plaza).

A la hora de la comida, tendremos un picoteo sencillo tipo picnic. Si crees que puedes quedarte con hambre, puede ser buena idea, traer algo de fruta. Podremos beber agua de grifo.

Dónde

Distritos Centro y Puente de Vallecas.

Nos desplazaremos por varios proyectos a lo largo del día. Tomaremos el metro de cuyo coste tienes que hacer cargo. El precio del billete es de 1,80€ para la ida y otro tanto para el regreso.

Ven con ropa y calzado cómodo.

Formulario de inscripción

Las plazas son limitadas por lo que es imprescindible inscribirse. Si quieres inscribirte, por favor rellena este formulario:

 

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Conocimiento e infraestructuras que construyen economía

Un recorrido por proyectos de autoempleo con mujeres del Programa Clara de Seseña

 

El 24 de abril a las 10:40h de la mañana nos encontramos en la Puerta del Sol en Madrid. Explicamos qué es un Login_ y apostamos por jugar, atrevernos a decir sin pretender que las respuestas sean las adecuadas, atrevernos a estar de excursión. “Turisteando” como cualquier visitante en la ciudad atravesamos la plaza Mayor y nos acercamos al Mercado de San Miguel.

El mercado de San Miguel, lo que determina la infraestructura

El único mercado de Madrid que conserva la estructura metálica aloja muchos puestos con mercaderías elegantes y caras que estudiamos como antropólogas. No compramos nada, no hablamos con nadie, sólo miramos para desde allí, caminar hacia nuestro nuevo destino, a media cuesta, en la calle Ave María.

Hacer nuevo lo de siempre

Llegamos a La vida tiene Sentidos, el ultramarinos filosófico que han creado Pati y Maite. Pati tuvo un bar en este barrio, el barrio de Lavapies durante 15 años. La crisis le obligó a cerrarlo en un momento en el que ya estaba cansada de la noche. Había que reinventarse, y para ello se asocia con Maite, compatriota, programadora, y “tendera” en una tienda de comestibles en Asturias durante casi 10 años. Durante meses han dado vueltas al tipo de negocio que querían montar, un espacio que les permitiese organizar y acoger múltiples actividades y donde pudieran trabajar a gusto.

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Venden productos que no se encuentran en el supermercado, artesanales o ecológicos o de proximidad, y ofrecen talleres de coctelería, de costura creativa o filosofía aderezada de ricos vinos. La vida tiene sentidos es un espacio bello, con mobiliario polivalente para que puedan hacerse muchas y diferentes cosas y la escucha atenta a lo que necesita o busca quien entra por la puerta.

Mientras nos tomamos unos cafés e infusiones, Pati y Maite nos cuentan cómo es ser dos y la distribución de tareas, su apuesta por una gestoría cómplice, la manera en la que se tejen las redes de proveedores y clientes que son (o terminan siendo amistades), la importancia de las tecnologías en su negocio y la necesidad de estar abiertas y reconducir planes cuando las ideas toman vida propia y van por caminos distintos a los planificados.

Un huerto escondido en la ciudad

Tras la visita al ultramarinos, buscamos un espacio en el que charlar al aire libre. Llegamos a Esto es una plaza, un huerto gestionado por el vecindario situado en la calle Doctor Fourquet. Personas implicadas en el proyecto abren el espacio por las mañanas y estos días de solecito está lleno de vida, adolescentes haciendo peyas, personas adultas con peques formando un grupo de crianza, lectores, y el grupo de la escuela libre Tartaruga.

Buscamos un rincón donde poder sentarnos en círculo a la sombra para que Elena del Valle nos cuente su experiencia como autónoma. Elena aprendió fontanería acompañando a su padre a las casas y edificios donde había que hacer arreglos. Cuando su padre se jubila, decide hacerse cargo del negocio familiar.

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El relato de Elena es cercano y apasionado. Nos cuenta la sorpresa de algunos de sus clientes cuando ven llegar a una mujer a trabajar de fontanera y cómo después de conocerla, la prefieren. Es consciente de lo que implica ser mujer en un mundo todavía de hombres, plantea que intenta dar la vuelta a la desventaja convirtiendo en aliadas a las mujeres, las que habitualmente llaman de las casas para comunicar las averías pendientes.

Este tipo de alianza, es la que intenta construir con las personas que le atienden en las oficinas de gestión administrativa y fiscal. Ella misma realiza toda la gestión de su negocio y nos invita a quitarnos el miedo y a preguntar todo lo que no sepamos hasta que lo entendamos en las distintas oficinas y teléfonos informativos a los que podemos acudir.

Infraestructuras que abren posibilidades

Ya habiendo pasado el Ecuador del recorrido, visitamos el Mercado de San Fernando, un mercado de abastos municipal que ha pasado en los tres últimos años de tener la mitad de los puestos vacíos a una larga lista de espera para alquilar una parada. En parte, este llenazo se debe a la apuesta de mantener precios asequibles. Diana, una de las nuevas habitantes del Mercado nos hace un recorrido por su historia y nos habla de la dificultad que ahora hay de integrar necesidades y maneras de convivir diversas, en un espacio que pretende seguir siendo mercado a la vez que aumenta su uso como espacio hostelero y de ocio.

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Diana además, forma parte de Trementineras, una asociación que pretende favorecer el intercambio de conocimiento y la comercialización de los productos de mujeres artesanas. Su puesto es además de punto de venta de artesanía, uno de los puntos informativos del Mercado Social de Madrid.

 

Komo en Kasa, es otro de esos negocios que empezaron hace tres años, con el desembarco de gente joven y nuevas ideas de negocio en el mercado. Lucía, es cocinera autodidacta y apostó por la cocina tradicional española y los productos de temporada. Comemos en medio de la plaza, algunos de sus platos de comida para llevar que puedes también comer en el mismo mercado. Cuando tiene un ratito, viene a contarnos cómo ha evolucionado su proyecto.

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Pionera, apostando por la apertura al mediodía del mercado, ha tenido que reinventarse con el cambio de la legislación que ha permitido que más puestos se dediquen a la gastronomía y se ha especializado en la alimentación libre de gluten, para personas celiacas.

 

Mirar con otros ojos lo cotidiano

Ha terminado el recorrido del Login_ y hacemos una pequeña ronda valorando el día. Vivir algo diferente a lo del día a día, conocer experiencias diversas, tener la oportunidad de vivir un día de aprendizajes, romper la rutina, explorar, descubrir a otras mujeres, compartir el día fuera del aula o vivir un día lindo entre mujeres.

Hemos conocido a un variado grupo de mujeres expertas, que no salen en los telediarios ni en las páginas de economía de los diarios pero que son las que más saben de inventar cada día sus proyectos y que nos demuestran cómo lo hacen posible aunque sea difícil.

*** Este Login_ se diseñó y realizó para un grupo de mujeres de Seseña en el marco del Programa Clara, programa promovido por el Instituto de la Mujer y el Ayuntamiento de Seseña cofinanciado por el Fondo Social Europeo dentro del Programa Operativo «Lucha contra la Discriminación 2007-2013».