Login_Crecimiento y sentido. Crecer sin acumular 6/6

El sábado 13 de febrero organizamos el segundo Login_ del proyecto Login_MicroEmprendimiento_entre_mujeres para investigar las especificidades del microemprendimiento social urbano practicado entre mujeres de la ciudad de Madrid. En esta segunda sesión nos hacemos algunas preguntas sobre cómo construir relaciones confiables y duraderas y a la vez dinámicas y flexibles.

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Planes y modelos

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Tradicionalmente se ha explicado que la buena manera de abordar un emprendimiento es hacer el plan de empresa (también llamado plan de negocio). El plan de empresa es un documento que identifica, describe y analiza la oportunidad del emprendimiento, examina su viabilidad técnica, económica y financiera, y desarrolla todos los procedimientos y estrategias necesarios para convertir esa oportunidad en un proyecto empresarial concreto.

Hasta hace poco era la principal herramienta para decidir si el proyecto era lo suficientemente sólido, o si era necesario reconducir algún aspecto comercial, productivo, organizativo, financiero…

Lo bueno del caso es que después de haber hecho un sesudo plan de empresa enseguida ves que no se cumple. Lógico, porque el futuro no se conoce y no se controla. Entonces ¿por qué hacerlo? ¿Tiene sentido dedicar tiempo y esfuerzo a hacer proyecciones de futuro que no se cumplirán? ¿O es un esfuerzo desperdiciado?

La respuesta, desde la asesoría de empresas, es que el plan de empresa, aunque no se cumpla, es útil porque da seguridad y porque proporciona un mapa que no elimina la incertidumbre pero orienta para moverse en ella. Y es cierto que proporciona un mapa, porque el plan responde a un modelo (implícito o explícito, dominante o disruptivo…).

Un modelo explica cómo las cosas son y, aunque no sirve para explicar bien ninguna cosa en particular, aspira a explicarlas bastante bien todas en general. Valga la metáfora de los patrones de costura. Si quiero hacer un vestido se me recomienda que use algún sistema de patrones. Usar patrones aporta eficiencia. Es cierto que el patrón no lo puedo aplicar tal cual, porque responde a una modelización de cuerpo humano abstracta, que no existe en ningún cuerpo particular. Pero, con pequeñas correcciones, puedo adaptarlo a cualquier cuerpo… siempre que ese cuerpo esté suficientemente cercano a la norma. Porque, si no es así, voy a tener que hacer tantas correcciones que el propio patrón actuará como un obstáculo y, en lugar de facilitar, me complicará la tarea.

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¿Cuál es el modelo que estoy aplicando en la elaboración del plan? ¿El patrón que he tomado, es bueno para la forma de mi cuerpo social?

El primer Login_de esta serie de Login_s nos ayudó a comprender cómo el emprendimiento persigue, sobre todo, activar el cambio subjetivo que precisa la nueva matriz productiva neoliberal. Pues bien, esa nueva matriz productiva neoliberal propone, también, cambios en la manera de modelizar los emprendimientos.

Una start-up nunca hará un plan de empresa porque el plan de empresa le resulta lento, poco flexible, demasiado preciso, demasiado exhaustivo y demasiado costoso de modificar. Por el contrario, echará mano de alguna metodología innovadora que resulte ligera y flexible, aunque sea tan poco precisa como lo que cabe en un conjunto de “post-its”. Con metodologías innovadoras, si hay que hacer algún cambio será tan rápido como mover un papelito de casilla o sustituirlo por uno nuevo.

Si las herramientas de la economía social y de la economía neoliberal no son tan distintas, entonces no se trataría de arremeter contra las metodologías de los notas autoadhesivas de colores, sino de parar un momento a observar el modelo, ese que nos dice cómo las cosas son. Porque, si el modelo idealiza demasiado, como dice la antigua sabiduría, caminas mirando la luna a riesgo de caer en un pozo.

El modelo que estoy usando ¿incorpora el hecho de que la otras, en algún momento, tendrán intereses que no estarán alineados con los míos?

En el modelo neoliberal, con post-its o sin ellos, eso es una premisa, algo que no se discute. Precisamente esa no alineación, dicen, será la fuente de cambios y nuevas oportunidades. Por eso, dicen, es mejor ir por el mundo sola, a tu aire. Aunque, eso sí, con muchos buenos contactos.

Se abre ahí, tal vez, la ocasión de modelizar un cuarto a la vez propio y a la vez compartido. Un cuarto propio compartido que, claro está, no es un coworking lleno de post-its. Pero tampoco es ese lugar soñado en el que las otras siempre estarán ahí… Oh, mejor dicho, casi seguro que siempre habrá alguien ahí, pero no en el modo que tú tenías previsto.

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*+*Las fotos de esta entrada son de Lukasz Michalak.

Login_Dinero, empleo y sostenibilidad de la vida 5/5

El sábado 14 de noviembre organizamos el primer Login_ del proyecto Login_MicroEmprendimiento_entre_mujeres para investigar las especificidades del microemprendimiento social urbano practicado entre mujeres de la ciudad de Madrid. En esta primera sesión nos hacemos algunas preguntas sobre el cuidado, el dinero, el trabajo y el empleo.

El Login_ finaliza en un parque cercano a la sede de Abierto, con grandes vistas sobre la ciudad de Madrid, el corro de participantes comparte una breve valoración. Más tarde, ente las organizadoras, ponemos en común nuestra particular reflexión sobre lo aprendido en esta jornada.

Ronda_Final

El cuarto propio y las apuestas en colectivo

 

De toda la vida, las mujeres han puesto en marcha empresas y negocios (una peluquería, una tienda de alimentación, venta de ropa…). En los años 80, una peluquería era una peluquería, no era un emprendimiento. ¿Qué significa, pues, “emprender”?

El boom del emprendimiento no persigue dinamizar la generación de empleo por cuenta propia. Lo que persigue, sobre todo, es un cambio subjetivo: el cambio subjetivo que precisa la nueva matriz productiva neoliberal, que ya no requiere de personas obedientes y disciplinadas dispuestas a renunciar a su creatividad y a su libertad a cambio de seguridad (pleno empleo, seguros sociales, pensiones…), puesto que la nueva matriz productiva ya no va a ofrecer ese tipo de seguridad.

El emprendimiento es la aceptación, el sometimiento a las nuevas reglas del juego, así como un entrenamiento en las mismas. Para el neoliberalismo, por lo tanto, lo importante no es si tu emprendimiento triunfa o fracasa, sino hasta que punto te adhieres y practicas con las leyes de esa nueva matriz productiva: autoimplicación, movilidad, etc.

El problema es que esta nueva matriz productiva neoliberal no es absolutamente mala, igual que, en su momento, no lo fue la fábrica industrial. En los años 70, la fábrica industrial proporcionó a muchas mujeres la oportunidad de salir del pueblo y de liberarse del control social (poder fumar, llevar pantalones, tener amigas, dinero y tiempo propios, conocer chicos, libertad sexual…).

Desequilibrar esos dos platos de la balanza (explotación fabril contra autodeterminación y libertad) fue el objetivo de una lucha de clases continua, en la que ambas clases sociales trataban continuamente de ganar y consolidad más fuerza.

Ahora los emprendimientos se presentan ante las mujeres como la posibilidad de armar un trabajo autónomo, creativo y conectado con un sentido propio.

Desde las contribuciones feministas, el cuarto propio es la metáfora de la independencia. Tener una habitación propia (y dinero propio) proporciona la independencia necesaria para una vida autónoma. Entonces ¿emprender es hacer un cuarto propio?

El cuarto propio no es el autocuidado narcisista (tiempo para mí, masajes, viajes, terapias personales…), cuando ese cuidado consiste en reconstruirte para otros, para ser más vendible, más empleable, más deseable. Tampoco es un jardín idílico ni un parque temático y no es simplemente ocio o distracción (como ver una serie en la pantalla cuando estás agotada para hacer nada más).

El cuarto propio es, sobre todo, un lugar y un tiempo para recuperar la capacidad perdida de estar sola contigo y para regenerar las relaciones no instrumentales, las que no sirven “para nada” (contigo misma, con las otras, con las cosas, con el planeta…).

El patriarcado penaliza a las mujeres que hacen su cuarto propio y mucho más si son cuidadoras. La penalización se expresa como culpabilidad (soy egoísta). El neoliberalismo penaliza a las mujeres que no asumen el emprendimiento como la forma buena de moverse por el mundo. La penalización se expresa como impotencia (estoy estancada, no he sabido reinventarme).

Cuarto propio y emprendimiento, si bien tienen zonas de contacto, no son ni mucho menos lo mismo. Este Login_ nos ha permitido pensar esa diferencia.

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Login_Dinero, empleo y sostenibilidad de la vida 4/5

Esta es la continuación del relato del Login_Dinero, empleo y sostenibilidad de la vida que hicimos el sábado 14 de noviembre de 2015. Si quieres leer la crónica desde el inicio, pincha aquí.

Abierto hasta el amanecer. De lo privado y oculto a lo visible y colectivo

Abierto hasta el amanecer es una empresa cooperativa de iniciativa social, sin ánimo de lucro, constituida por mujeres en el año 2002. Su sede está en el barrio obrero de Vallecas.

Abierto, como ellas llaman a su cooperativa, desarrolla su labor en tres áreas: formación, servicios (en aulas telemáticas y atención a la infancia) y procesos de transformación. Es dentro de este área, en el que desarrollan desde el 2009 proyectos con una visión integral para mejorar las posibilidades de inserción laboral de las mujeres desempleadas.

Esperanza, socia de Abierto, nos explica cómo, al empezar a entrevistar a las mujeres, supuestamente desempleadas, se dieron cuenta de que estas tenían un currículum profesional oculto. Las mujeres se consideran “desempleadas” y dicen que no trabajan, pero, en realidad, “echan horas aquí y allá”, es decir, están trabajando como mujeres de la limpieza o dentro del denominado empleo de hogar. Aunque ellas dicen estar en paro, en realidad están trabajando en la economía sumergida y, en muchos casos, su trabajo es vital y el principal sustento para ellas y su familias.

El currículum oculto

Tras este descubrimiento, las de Abierto se empiezan a plantear cómo hacer emerger esa economía invisibilizada y esos currículums no reconocidos que están siendo los pilares de la economía familiar. Se les ocurre poner en marcha procesos de acompañamiento para que las mujeres pasen de hacer trabajo doméstico en la economía sumergida a constituir empresas de servicios a domicilio (aunque, dicen, “nadie compra procesos que no dan resultados garantizados ni inmediatos”, por lo que las dificultades de financiación pública de estos planes son continuas y, a menudo, se presentan dificultades en la continuidad).

Este acompañamiento (del empleo de hogar a la constitución de empresas de servicios a domicilio) empieza con una charla informativa en la que las mujeres hacen un análisis participativo de su situación y se les explica lo que puede suponer el autoempleo colectivo. (Las de Abierto no hablan de emprendimiento, sino de autoempleo colectivo).

Las mujeres que muestran interés en formar parte de un grupo asisten a unos talleres. En estos talleres hacen su plan de empresa con los clientes que tienen en la actualidad y estudian cómo alcanzar viabilidad económica.

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Se generan grupos promotores. Se trabajan conocimientos y habilidades empresariales, y también otras cuestiones como la necesidad de equilibrar y ajustar las expectativas individuales y grupales.

Si el proceso avanza, se constituye la cooperativa de servicios a domicilio. La estrategia es constituir cooperativas con objetivos sociales amplios y salir del cajón de sastre del trabajo doméstico para especificar todos los servicios que se pueden prestar (limpieza, cocina, servicios personales, etc.).

Explican que la tasa de «éxito», el número de grupos promotores que se constituyen en cooperativas, es del 50%. Las mujeres que constituyen estas cooperativas de servicios a domicilio rompen el estereotipo del emprendedor que suele ser una figura masculina, universitaria, joven, etc. Aunque no se identifican como emprendedoras, la mayoría de las mujeres con las que trabajan en realidad ya han “emprendido”, muchas han migrado y son las responsables de familias monoparentales.

Constatan que para poner en marcha este tipo de procesos se necesita mucha motivación. Se dan cuenta de que las autóctonas están menos motivadas que las emigrantes. Las mujeres nacidas aquí que trabajan en el empleo del hogar tienen los trabajos mejores y, además, ya tienen derechos de ciudadanía. Sin embargo, para las emigrantes, trabajo y papeles van de la mano. Por eso, creen, las mujeres de origen extranjero están más dispuestas a iniciar ese proceso, que consiste en “crear” un empleo a partir de lo que ya tienes.

Desplegar un círculo virtuoso

 

El proceso de creación de empleo colectivo a partir de lo que ya tienes, explica Esperanza, despliega un círculo virtuoso: eres una empleada de hogar pero tienes un currículum oculto, sabes hacer muchas cosas catalogadas en sí mismas como profesiones (por ejemplo, cuidando a personas mayores haces de peluquera, de podóloga, de enfermera…). Lo primero es visibilizar, ante ti misma, tu currículum oculto. Esto hace que te puedas plantear dejar de ser empleada de hogar y pasar a ser empresaria con clientes (por ejemplo, ofreciendo servicios de peluquería a domicilio). En este proceso sales del aislamiento, se reconoce que trabajas, adquieres derechos y seguridad social.

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Sobre el aislamiento, explican que muchas emigrantes ya habían reagrupado a su familia aquí, pero, con la crisis, el marido ha perdido el trabajo, la familia ha regresado y ellas se han quedado solas y vuelven a ser internas, lo que aumenta mucho su aislamiento. La colectivización del trabajo “obliga” a relacionarte con otras, a llegar a acuerdos, por ejemplo cómo repartir el dinero. Aunque tu familia haya regresado y estés sola aquí, haces una nueva «familia» y se generan vínculos muy fuertes con otras mujeres.

Como dificultades que pueden llevar al «fracaso» de la creación de cooperativas, hablan de lo difícil de trabajar en equipo y de no tener expectativas comunes. Otra dificultad es la necesidad de tiempos largos para que se consoliden este tipo de iniciativas que tienen su propio ritmo. Muchas veces, las reuniones de los grupos o las sesiones formativas se dan los fines de semana, tiempo que las mujeres tienen para descansar, relacionarse y, además, trabajar en el proceso. La escasez y la discontinuidad en la financiación que recibe Abierto para el acompañamiento de este tipo de procesos no facilitan el seguimiento o la intervención a medida que los proyectos pueden necesitar.

Otro de los puntos claves para Esperanza es la necesidad de disponer de infraestructuras de autoempleo colectivo que sustenten y faciliten la actividad empresarial (papeleo, contabilidad, gestión, planificación), infraestructuras que ayuden para que estar en una cooperativa no signifique mucho más trabajo y cansancio que trabajar sola.

El reto consiste en resolver las necesidades inmediatas de las mujeres y de los hogares que necesitan emplearlas y, a la vez, producir rentabilidad social. La prestación de cuidados se está resolviendo en el mercado muchas veces sumergido, mediante acuerdos privados. Hay hogares que no pueden pagar lo que consideran digno y esto es parte del problema.

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Para las de Abierto, creación de autoempleo colectivo es compatible con lucha y reivindicación: los hogares deben salir de sus comodidades y, si pueden, ofrecer un pago justo. Y hay que emplazar al Estado para que asuma su parte de responsabilidad y la negociación de los cuidados no quede como un asunto privado y sumergido. Hablan de falta de voluntad política y de muchas resistencias, por ejemplo, cada vez hay más hogares que requieren del trabajo del hogar, en los que se da la paradoja de que personas trabajadoras se convierten en empleadoras. Este hecho distancia la exigencia de condiciones laborales dignas para mí de las de las personas que empleo. A ello, se añade la falta de reconocimiento que suelen sufrir los grupos de mujeres.

Aunque no todos los procesos finalicen con la creación de cooperativa, Esperanza explica que todas las mujeres que participan se llevan algo: trabajar en red, visibilizar los cuidados más allá de la reivindicación, conseguir que los conflictos no terminen en rupturas, superar el miedo a que alguna deje el grupo…

Cuando le preguntamos por las claves del éxito responde: “para bajar el emprendimiento al nivel de las personas no hay una fórmula mágica que funcione. Lo que funciona es partir de las realidades.“

 

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Login_Dinero, empleo y sostenibilidad de la vida 3/5

El sábado 14 de noviembre organizamos el primer Login_ del proyecto Login_MicroEmprendimiento_entre_mujeres para investigar las especificidades del microemprendimiento social urbano practicado entre mujeres de la ciudad de Madrid. En esta primera sesión nos hacemos algunas preguntas sobre el cuidado, el dinero, el trabajo y el empleo.

Idealoga. El cooperativismo como forma de vida

Tras la conversación en la Eskalera Karakola, caminamos hacia el Colaboratorio para encontrarnos con Sandra, miembro de Idealoga, una cooperativa de iniciativa social que ofrece servicios de consultoría, intervención social y psicología “para una buena vida”. Apenas hemos recorrido unas cuantas manzanas y, sin embargo, el nuestro ha sido un largo viaje en las estrategias cotidianas para afrontar el trabajo, la renta y la vida: del rechazo del trabajo que se respiraba en los inicios de la Karakola pasamos ahora a un grupo de psicólogas que opta por el cooperativismo como apuesta política y existencial fuerte.

Pon el dinero y el trabajo donde estén tus ideas

Así nos lo cuenta Sandra. “Como psicólogas, lo habitual es el trabajo individual, pero hicimos nuestras prácticas en una cooperativa y vimos que esa estructura permitía tener control sobre tu renta y sobre los contenidos de tu trabajo, hacer un reparto colectivo, dar sentido colectivamente a lo que haces… Para nosotras eso tiene un valor incalculable, porque sentimos que, con nuestro trabajo, no sólo ‘ganamos el pan’, sino que también transformamos las relaciones sociales y económicas”.

Sandra

Esto no significa que el cooperativismo sea la panacea, “la solución a todo”. Sandra no oculta en ningún momento las dificultades y los claroscuros: los salarios ínfimos durante los primeros años, las jornadas laborales de 12 a 14 horas, aún ahora, los altos niveles de estrés y exigencia para mantenerse a flote resultando a veces un modelo autoexplotador o las contradicciones con muchos de los clientes con los que trabajan (desde la administración pública hasta los “talleres de gestión del estrés” para una corporación multinacional. Pero buena parte de estos claroscuros y de los malestares que generan tienen, a su juicio, que ver con la precariedad generalizada y con la aceleración inserta en la cultura en la que vivimos. De hecho, en posiciones estables de trabajadores fijos por cuenta ajena aparecen problemas parecidos: hay una percepción de precariedad, porque aunque los sueldos son más elevados, el nivel de vida y las expectativas también, y hay mucho estrés ligado al trabajo por objetivos que impone la empresa.

Por otro lado, la cooperativa ofrece un espacio colectivo desde el que elaborar las contradicciones y los malestares, diseñar estrategias para afrontar los vaivenes del mercado y combinar motivación con flexibilidad: “Fijar objetivos juntos hace que te empeñes y que aceptes jornadas de 14 horas, porque trabajas por algo que te crees y has decidido y, por otro lado, hay también una flexibilidad, por ejemplo, yo he tenido una baja de 9 meses para cuidar a mi hija y mi equipo no sólo lo aceptó, sino que además trabajó para facilitar mi reincorporación”. Otro criterio que marca la diferencia es que “no buscarnos crecer todo el tiempo, sino sólo sostenernos”.

Terapia en tiempos de incertidumbre e hiper rendimiento

A pesar de estar formada por psicólogas, Idealoga no nació como una cooperativa de trabajo terapéutico privado, sino más bien de atención psicosocial subcontratada desde la administración pública y ofrecida, pues, como servicio público. Sin embargo, con la crisis y los recortes, lo terapéutico, como servicio de consulta privada o como complemento al servicio de salud para trabajadores de una gran empresa, se mostró “como una alternativa de mercado más estable”, que permitía, además, no depender de un sólo financiador y afrontar mejor los altibajos de estos tiempos de precariedad e incertidumbre.

Idealoga forma parte del Grupo Cooperativo Tangente y del Mercado Social de Madrid. Por esta vinculación y otras con el mundo de la economía social y solidaria, llegan a la consulta de Idealoga muchos cooperativistas: “gente cercana, emprendedora, cargada de las insatisfacciones y los malestares que genera nuestra forma de vivir –ansiedad, tensión, problemas para gestionar, para conciliar…”. “Nuestro enfoque ante estos problemas no es de corte psicoanalítico”, nos cuenta Sandra. “Proponemos procesos formativos, de duración variable (entre 5 meses y 2 años), donde ofrecemos herramientas para organizar mejor tu vida”.

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“Vivimos en el ‘Siglo del Yo’: hay toda una industria publicitaria organizada en torno a la individualidad, que transmite el mensaje de que hay que ser un individuo único, especial.
Las terapias son algo cultural, muy relacionado con el proceso de individuación: en el siglo del Yo, la individualidad de cada uno está más presente que nunca. En el contexto de la salud mental, hay una explosión de las disciplinas psi: es decir, una tendencia a psicopatologizar muchas cosas y un auge increíble de las farmacéuticas y los psicofármacos. Desde Idealoga tenemos una visión crítica de todo esto. Nos juntamos para leer nuestro trabajo desde ahí, también porque somos psicólogas sociales más que clínicas. Nos planteamos un trabajo terapéutico que tenga en cuenta la sociedad en la que estamos insertos y que busque desarrollar la conciencia crítica. A veces derivamos directamente a espacios colectivos por que más que una terapia lo que la persona que viene necesita es relacionarse y trabajar algunas cuestiones en grupo”.

¿No hay en lo terapéutico contemporáneo, en el énfasis por encontrar “soluciones”, “estrategias de control del estrés”, una obsesión por lo afirmativo, que expulsa la negatividad, que insiste en el “sí se puede” y, con ello, entronca sin duda con espacios colectivos como el 15-M, pero también con lo peor de la autoayuda, que hace recaer todo el peso de la responsabilidad sobre el individuo? La pregunta polemizadora surge del corro de invitadas al Login_ que escucha con atención y respeto lo que Sandra nos cuenta. “Creo en la capacidad de cambio de las personas”, dice Sandra, “en ese sentido del ‘sí se puede’. Pero no me creo el discurso de de la autoayuda que plantea que siendo positiva y deseando de verdad, lo podemos todo, Barbara Ehrenreich lo retrata muy bien en su libro ‘Sonríe o muere’. En primer lugar, necesitamos a otras para cambiar. Además es importante identificar lo que depende de nosotras y lo que no”.

Autocuidados y emprendimiento

¿Cuál es la relación entre autocuidados y emprendimiento? Esta es otra de las preguntas que surgen del corro al calor de nuestra conversación. “En nuestra experiencia”, nos cuenta Sandra, “estos dos caminos se cruzan, porque para nosotras el emprendimiento cooperativo es fundamental para relacionarnos con el trabajo y el dinero tal y como queremos, cuidándonos”.

Para Idealoga, el trabajo es un asunto central (“un hecho natural”) y plantearse de qué vamos a trabajar, para qué y a quién vamos a sostener con nuestro trabajo es una reflexión fundamental, no sólo para una misma, sino como un regalo que ofrecerle a otros. Desde este convencimiento, Idealoga hace promoción del emprendimiento, pero con un enfoque que rompe con la versión tan individualizada que se ha puesto en boga en los últimos años: “para nosotras, el emprendimiento tiene que ver con la autoorganización de trabajo para que revierta en una dimensión social”. En definitiva, es sinónimo de cooperativismo. ¿Contribuye Idealoga, con su promoción del emprendimiento, involuntariamente, a la onda expansiva del “empresario de uno mismo” neoliberal o más bien al revés, hackea esta onda, resignificando y reconfigurando la práctica de emprender con su ADN cooperativista? La pregunta queda en el aire, apenas enunciada, pero nos acompaña ya luego durante todo el viaje.

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De lo que no queda duda es que las socias de Idealoga dedican momentos específicos de su jornada laboral a la elaboración colectiva de estas contradicciones y que esta elaboración se entiende como cuidado del grupo y sus miembros: “En Idealoga, las contradicciones las trabajamos en los espacios de cuidado, hablando de ellas, teniéndolas en cuenta a la hora de tomar decisiones e intentando convivir con ellas”.

Para Idealoga, este tipo de espacios específicos de autocuidado deberían estar presentes en toda la economía social, no necesariamente como un servicio centralizado, sino como algo a tener en cuenta y practicar desde diferentes lugares. “Ahora nos empezamos a preguntar qué queremos que sea nuestra cooperativa en relación con el ecosistema cooperativista que habitamos”, explica Sandra. Y añade: “Nos gustaría aportar desde la formación en este tipo de cuestiones”.

El contraste entre el rechazo del trabajo y la apuesta existencial por el cooperativismo aún genera cortocircuitos en nuestras neuronas mientras paramos a comer. Entre viandas, algunas de las invitadas discuten sobre el papel de lo público, o su desmantelamiento, en todo esto. Añadiendo una capa de complejidad más, iniciamos, aún con el postre en los labios, un nuevo viaje, en este caso rumbo a Palomeras, Vallecas. Los parques de colinas construidos sobre las chabolas de la inmigración rural, los bloques de realojo y las precarias construcciones nos recuerdan que, por más que todas podamos intentar un emprendimiento, los “nichos de mercado” de todas no son los mismos.

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Login_Dinero, empleo y sostenibilidad de la vida 2/5

El sábado 14 de noviembre organizamos el primer Login_ del proyecto Login_MicroEmprendimiento_entre_mujeres para investigar las especificidades del microemprendimiento social urbano practicado entre mujeres de la ciudad de Madrid. En esta primera sesión nos hacemos algunas preguntas sobre el cuidado, el dinero, el trabajo y el empleo.

La Eskalera Karakola. La distancia entre emprender y buscarse la vida

La Eskalera Karakola, EKKA, es un centro social autogestionado que nace en Madrid en el año 1996. Algunas mujeres que formaban parte del movimiento de “okupación” deciden en noviembre de ese año “okupar” una casa y disponer de un espacio autónomo y propio. Los proyectos que se alojan en la EKKA se inspiran en la autonomía y la autogestión pero sobre todo se consideran feministas.

Karakola

Marta fue una de las protagonistas de esos primeros años y nos cuenta cómo la Eskalera surge con un grupo de mujeres (y quizá una época) que no desea trabajar. Trabajar es vender tu energía al capital y eso es «perder la vida». Hay otras cosas importantes que hacer y el trabajo asalariado es sólo un peaje, la manera de conseguir renta para poder vivir. Así, la relación con la obtención de renta ya no se coloca en el centro del proyecto vital y hay un “devenir buscavidas”, que implica renunciar a una carrera profesional. El contexto, de abundancia de trabajos temporales, facilita esta estrategia que hoy, en un periodo de mucho paro y donde el puesto de trabajo parece un bien escaso, este planteamiento puede resultar difícil de entender.

A lo largo del tiempo, el espacio ha requerido dinero para mejorar su habitabilidad y las mujeres que iniciaron el proyecto se han hecho más mayores, quizá se cansaron de la incertidumbre y del vivir con tan poco dinero o sus necesidades básicas se incrementaron.

¿En qué punto están ahora las mujeres que habitan la Karakola?

Hablamos de casi 20 años de historia que, por ejemplo, para Anouk, han representado épocas de conexión y desconexión. Aunque participa de manera activa desde hace muchos años, no conoce bien a todos los colectivos que habitan este espacio feminista en la actualidad, por lo que no puede hablar en nombre de todas. Lo que sí que percibe es que en la EKKA se separa la militancia de la forma de conseguir renta de sus habitantes, la relación entre forma de vida, trabajo y obtención de renta no es un tema de conversación en el espacio.

Anouk

Ana plantea que parte de ese cambio puede ser debido a las diferencias espaciales. Inicialmente, la Eskalera Karakola era una casa okupada, y esta configuración de hogar favorecía tal vez la creación de una intimidad que ayudaba a pensarse y generar conocimiento desde las propias vidas.
Ahora, la EKKA está compuesta de dos locales reformados y alquilados y el centro social es más una agregación de diversos colectivos que comparten un mismo espacio que un colectivo que elabora un pensamiento común. Dejar de estar en una casa implica que la sostenibilidad de la vida deja de estar en el centro y se pasa a una mayor apertura en la que cualquier persona o grupo que se autogestione y sea feminista puede participar.
¿Existe una dimensión económica en la karakola?

En la Karakola se han dado diversas iniciativas que han servido para autofinanciar el espacio como un bar, un comedor vegetariano o una tetería. También ha acogido proyectos que proporcionaban una pequeña renta a algunas personas implicadas como una escuelita libre, clases de yoga o idiomas. Además, el espacio es el lugar de reparto y recogida de varios grupos de consumo del barrio que compran directamente a diversos productores alimentos ecológicos.

Ana

Sin embargo, la propuesta de abrir un coworking para que personas que no tienen oficina puedan trabajar en un lugar fuera de casa y que les permita cooperar, compartir información, pasarse trabajos, etc. ha sacado a la luz algunas tensiones relacionadas con el manejo del dinero y del trabajo.

¿Qué hace que algunas iniciativas que suponen manejo de dinero sí puedan llevarse a cabo en un espacio como este y otras no?

Se permiten actividades económicas cuando la retribución de quién las lleva a cabo es mínima. Además, la actividad debe estar abierta a la participación de cualquiera, como en el caso de las clases. En el caso de los grupos de consumo, no se cuestiona el apoyo a la apuesta empresarial de quienes producen, más bien al contrario: hay un fuerte compromiso con la sostenibilidad de proyectos de economía social.
El uso del local para repartir verduras o como lugar de coworking implica en ambos casos que el recurso finito del espacio disponible no puede ser usado por otros grupos o proyectos. Sin embargo, en el caso de la producción agrícola la actividad principal se desarrolla fuera de la Karakola y el espacio de reparto, aunque imprescindible para la actividad, puede trasladarse a otro lugar: tal vez esto es lo que hace que se acepten los grupos de consumo y, sin embargo, haya la sensación que algo como un coworking no cabe aquí.

De la EKKA no han surgido proyectos empresariales, aunque su construcción como espacio colectivo y sus prácticas han sido una escuela de feminismo para algunas mujeres que han participado y han logrado rentabilizar esos saberes en ámbitos académicos como investigadoras o especialistas en género o feminismos. Como en el caso de la producción de verduras, el ejercicio principal de la actividad académica o investigadora se da fuera del espacio compartido.

Pensando_Karakola

Con la propuesta del coworking parece explicitarse una dificultad, no del manejo de dinero en sí mismo, sino de la gestión de un proceso que genera una renta individual dentro. ¿Qué estatuto tiene una persona que está generando un dinero privado?, ¿a quién se le dice que si y a quién que no?, ¿qué actividades se permiten y cuáles no?, ¿cuándo se considera que los ingresos son estables y suficientes para hacer que la actividad migre a otros espacios?, ¿quién y cómo lo controla?, ¿qué retornos se establecen para el común?

La dificultad de gestionar toda la complejidad que surge al abrir un espacio donde generar trabajo y posibilitar la generación de renta individual, parece anular una alternativa para colectivizar las consecuencias de la precariedad y compartirlas sin constituir una empresa u otro tipo de estructura formal.

¿Trabajo o emprendimiento?

Hay un conflicto con las estrategias que se centran en conseguir renta propia. El interés propio parece malo, aunque la consecución de una renta resulte imprescindible para lograr una vida digna, para sostener la vida. Pero ganar dinero con tu trabajo se vincula al lucro y a la privatización de un espacio que es de todas.
Del mismo modo, tensiona la palabra emprendimiento. Encontramos en la conversación dos definiciones de emprender. Por un lado, como una manera de organizar recursos y personas para posibilitar una actividad económica y, por otro, como acción transformadora que construye una nueva forma de hacer relaciones socioeconómicas y culturales.

Espacio libre de dinero privado

Quizá hay algo más que los cambios en la configuración del espacio que no ponen la manera de conseguir renta en el centro, quizá algo del espíritu de esas primeras mujeres que no querían trabajar sino vivir ha perdurado en la Karakola. Este tipo de tensiones se dan en otros centros sociales o espacios reivindicados como políticos o militantes.

Ana cree que la Karakola es un espacio esencialmente político y plantea que, en este tipo de colectivos, la vivencia del dinero puede ser vivida como problema. Lo que hago está legitimado porque lo hago sin llevarme nada a cambio, no gano dinero. De alguna manera flota en el ambiente una idea que plantea que «si la política, la lucha, además de transformar, de divertirme, me posibilita ganar dinero resulta demasiado. El dinero es tabú. El trabajo nos da renta y la necesitamos, pero nosotras trascendemos al dinero.»

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