Login_Crecimiento y sentido. Crecer sin acumular 1/6

El sábado 13 de febrero organizamos el segundo Login_ del proyecto Login_MicroEmprendimiento_entre_mujeres para investigar las especificidades del microemprendimiento social urbano practicado entre mujeres de la ciudad de Madrid. En esta segunda sesión nos hacemos algunas preguntas sobre cómo construir relaciones confiables y duraderas y a la vez dinámicas y flexibles.

Alida_DiazNos encontramos en una cafetería en el barrio de Lavapiés. Algunas personas estuvieron en el primer Login_, aunque la mayoría son caras nuevas. Hemos crecido en número y superamos la veintena. Y, sin más, empezamos con Alida Díaz, co-investigadora invitada en este Login_. Le pedimos que nos ofrezca un marco inicial sobre crecimiento y sentido, un boceto con preguntas o apuntes inspiradores que pueda servirnos de mapa a lo largo del recorrido.

 

¿Qué es crecer?

Alida empieza explicando que si aceptamos que nuestro marco de funcionamiento es la crisis y que esta crisis no es coyuntural, ni es un impasse, ni es un momento de interrupción de la normalidad sino un estado más o menos permanente, entonces ya no podemos plantearnos el crecimiento personal o de nuestros microemprendimientos colectivos desde la lógica del trabajo asalariado, ni desde la lógica del estado garante. Los lugares que creíamos seguros se desvanecen y no nos espera un lugar vacante al que volver cuando la tormenta pase.

Tampoco pensaremos el crecimiento desde las ideas de productividad, eficiencia, beneficio, competencia, ganancia o crecimiento ilimitado. Es decir, desde la dicotomía obsoleta que discrimina entre el mundo público / productivo / de lo económico, que se mide en términos monetarios, y el mundo privado / de la reproducción / de lo no económico, que no se mide en términos de dinero.

Nuestros intentos de microeconomías, solas o con otras, son una respuesta a este nuevo funcionamiento en crisis. Para ellos recuperamos lenguajes y modos de organizarnos que provienen de nuestros hogares (entidades económicas de primer orden), del taller artesanal, de la cooperativa, de la feria, del banco de tiempo, de la asociación, del centro social, del grupo de consumo, de los espacios de trueque, de los de crianza…

Desde estos lugares, las preguntas comunes acerca del crecimiento, podrían ser: ¿Cómo damos consistencia a estas experiencias de otras economías? ¿Con qué reglas? ¿Con qué valores? ¿Con qué estrategias sostenemos el sentido primero de nuestros emprendimientos, aquello que de ningún modo querríamos perder por el camino?

Crecer es reorganizar el tiempo de todos los trabajos

Para muchas de nosotras, entre los primeros deseos está el de liberar tiempo, liberarlo del trabajo para darlo a la vida, es decir, disminuir la jornada laborar remunerada y conseguir un reparto más justo y equilibrado de los tiempos socialmente necesarios: trabajo remunerado y trabajo doméstico (o no remunerado). Pero en el marco alterado de la crisis hay ideas que ya no sirven. A todas nos ha pasado que, pensando en alcanzar esa media jornada, nos pasamos trabajando las veinticuatro horas del día.

Quizá la cuestión es qué organización del tiempo, cualitativamente diferente, inventamos para que el recurso tiempo sea más rico.

En lugar de pensar el tiempo fragmentado (la media jornada, tiempo para mi / tiempo para otros, tiempo privado / tiempo público, tiempo gratuito / tiempo retribuido) ¿qué estructura colectiva del tiempo organizamos para que el tiempo del cuidado mutuo, de la escucha, de la amistad, del trabajo, de la colaboración, del descanso, de la soledad, de la formación, del ocio, sean solo uno?

Desde ahí hay algunos problemas-preguntas, esa estructura:

¿Cómo resistirá la inestabilidad de nuestros emprendimientos? Por ejemplo, hoy tenemos muchos encargos, mañana cero. ¿Y la dispersión que conlleva?

Y ¿cómo resistimos la feminización (mal entendida) del tiempo? Las mil tareas en simultáneo, el tiempo altruista de “lo hago mejor porque soy mujer”, “lo hago por amor”, es decir, la infravalorización del tiempo invertido en esas mil tareas.

Crecer es hacer conexiones de sentido

Una de las intenciones de este Login_ es “darnos mutuamente un suelo social más firme, menos frágil, en el que esta nueva economía para las personas pueda asumir incertidumbres, pero evite a la vez los riesgos de una catástrofe.”

Cuantas más conexiones de sentido logremos, más consistente será ese suelo: conexiones entre trabajo, vida, política, pasiones, lecturas, dinero, espacios, infraestructuras, necesidades, cuidados, vínculos, amigos, trabajo, familia…

Una conexión de sentido importante para nuestro crecimiento es la que logremos construir entre aquello que hacemos y con quiénes y para quiénes lo hacemos. Aquí las preguntas podrían ser: ¿Con quién queremos trabajar? ¿A quiénes queremos dedicar nuestro trabajo? ¿Para cubrir qué tipo de necesidades?

Podemos traernos (desde el cuidado) la idea de interdependencia para ponerla en el centro: todas dependemos del tiempo de trabajo que otras y otros nos dedican. ¿Qué figuras de colaboración encontramos que superen las de cliente/proveedor? ¿Qué conexión de conocimientos, complementariedades, qué comunes hacemos circular?

Porque si no conectamos todo esto desde nuestra vida, el mercado capitalista está dispuesto a organizarlo por nosotras: nos pone como primer sentido de nuestro trabajo el consumo, y nos dicta los deseos. Y, con esos parámetros, la terapia si estamos solas, el coaching si queremos sentirnos autosatisfechas, etc.

Un ejemplo extremo de ello son los talleres textiles de la comunidad boliviana en Buenos Aires. Los dueños de los talleres son dueños también de la radio que se escucha durante la extensa jornada laboral. La radio anuncia las fiestas del fin de semana en los locales de los mismos dueños. Las fiestas están patrocinadas por la agencia de viajes con la que el dueño negocia los viajes de los costureros y costureras desde y hacia Bolivia, ya que el dueño del taller también organiza los tiempos de estancia de las familias y su recambio por otro grupo “fresco” cuando el primero ya considera que ha ahorrado lo suficiente y no da más de sí.

Crecer es abrir espacios de vida

Nuestro espacio cotidiano se fragmenta en usos. Discurrimos entre espacios de circulación: de la casa al trabajo, del consumo al descanso, de la pantalla a la cocina. Y, a la vez que se fragmenta, el espacio de vida se contrae, se concentra, se densifica. Tenemos menos espacio y le adjudicamos más usos: la oficina está en casa y compartimos el espacio privado con otros pero sólo para soportar los gastos.

Es necesario dotarnos de espacios de creación, vida y afectos, donde quepan y se combinen el espacio personal necesario y el espacio común, a una escala justa, apropiable y determinada por nuestros movimientos y nuestras posibilidades.

Quizá la cuestión del espacio, como la del tiempo, es pensar qué organización cualitativamente diferente nos inventamos. Cómo hacer que el recurso “espacio” sea más rico y diverso, más estimulante, alegre y vivo, para que nos permita experimentar diversas relaciones, entre distintas generaciones, entre personas con conocimientos diferentes, también entre técnicas, herramientas, objetos… y economías.

¿Cómo hacer para que sea abierto y consistente a la vez, que ofrezca libertad de apropiación pero sin dejar de ser lugar de apoyo y refugio? Nuestro espacio será más firme también a partir de las conexiones de sentido que lo habiten: menos lugar de paso y más lugar de encuentro, menos de flujo y más de permanencia.

Así termina la exposición de Alida, y con esas vías abiertas rebotando en nuestras cabezas, salimos de la cafetería y nos dirigimos al mercado de San Fernando, un mercado de abastos que acoge actividades no típicas, y nos apretujamos en el Puesto en Construcción.

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Login_Dinero, empleo y sostenibilidad de la vida 5/5

El sábado 14 de noviembre organizamos el primer Login_ del proyecto Login_MicroEmprendimiento_entre_mujeres para investigar las especificidades del microemprendimiento social urbano practicado entre mujeres de la ciudad de Madrid. En esta primera sesión nos hacemos algunas preguntas sobre el cuidado, el dinero, el trabajo y el empleo.

El Login_ finaliza en un parque cercano a la sede de Abierto, con grandes vistas sobre la ciudad de Madrid, el corro de participantes comparte una breve valoración. Más tarde, ente las organizadoras, ponemos en común nuestra particular reflexión sobre lo aprendido en esta jornada.

Ronda_Final

El cuarto propio y las apuestas en colectivo

 

De toda la vida, las mujeres han puesto en marcha empresas y negocios (una peluquería, una tienda de alimentación, venta de ropa…). En los años 80, una peluquería era una peluquería, no era un emprendimiento. ¿Qué significa, pues, “emprender”?

El boom del emprendimiento no persigue dinamizar la generación de empleo por cuenta propia. Lo que persigue, sobre todo, es un cambio subjetivo: el cambio subjetivo que precisa la nueva matriz productiva neoliberal, que ya no requiere de personas obedientes y disciplinadas dispuestas a renunciar a su creatividad y a su libertad a cambio de seguridad (pleno empleo, seguros sociales, pensiones…), puesto que la nueva matriz productiva ya no va a ofrecer ese tipo de seguridad.

El emprendimiento es la aceptación, el sometimiento a las nuevas reglas del juego, así como un entrenamiento en las mismas. Para el neoliberalismo, por lo tanto, lo importante no es si tu emprendimiento triunfa o fracasa, sino hasta que punto te adhieres y practicas con las leyes de esa nueva matriz productiva: autoimplicación, movilidad, etc.

El problema es que esta nueva matriz productiva neoliberal no es absolutamente mala, igual que, en su momento, no lo fue la fábrica industrial. En los años 70, la fábrica industrial proporcionó a muchas mujeres la oportunidad de salir del pueblo y de liberarse del control social (poder fumar, llevar pantalones, tener amigas, dinero y tiempo propios, conocer chicos, libertad sexual…).

Desequilibrar esos dos platos de la balanza (explotación fabril contra autodeterminación y libertad) fue el objetivo de una lucha de clases continua, en la que ambas clases sociales trataban continuamente de ganar y consolidad más fuerza.

Ahora los emprendimientos se presentan ante las mujeres como la posibilidad de armar un trabajo autónomo, creativo y conectado con un sentido propio.

Desde las contribuciones feministas, el cuarto propio es la metáfora de la independencia. Tener una habitación propia (y dinero propio) proporciona la independencia necesaria para una vida autónoma. Entonces ¿emprender es hacer un cuarto propio?

El cuarto propio no es el autocuidado narcisista (tiempo para mí, masajes, viajes, terapias personales…), cuando ese cuidado consiste en reconstruirte para otros, para ser más vendible, más empleable, más deseable. Tampoco es un jardín idílico ni un parque temático y no es simplemente ocio o distracción (como ver una serie en la pantalla cuando estás agotada para hacer nada más).

El cuarto propio es, sobre todo, un lugar y un tiempo para recuperar la capacidad perdida de estar sola contigo y para regenerar las relaciones no instrumentales, las que no sirven “para nada” (contigo misma, con las otras, con las cosas, con el planeta…).

El patriarcado penaliza a las mujeres que hacen su cuarto propio y mucho más si son cuidadoras. La penalización se expresa como culpabilidad (soy egoísta). El neoliberalismo penaliza a las mujeres que no asumen el emprendimiento como la forma buena de moverse por el mundo. La penalización se expresa como impotencia (estoy estancada, no he sabido reinventarme).

Cuarto propio y emprendimiento, si bien tienen zonas de contacto, no son ni mucho menos lo mismo. Este Login_ nos ha permitido pensar esa diferencia.

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Login_Dinero, empleo y sostenibilidad de la vida 4/5

Esta es la continuación del relato del Login_Dinero, empleo y sostenibilidad de la vida que hicimos el sábado 14 de noviembre de 2015. Si quieres leer la crónica desde el inicio, pincha aquí.

Abierto hasta el amanecer. De lo privado y oculto a lo visible y colectivo

Abierto hasta el amanecer es una empresa cooperativa de iniciativa social, sin ánimo de lucro, constituida por mujeres en el año 2002. Su sede está en el barrio obrero de Vallecas.

Abierto, como ellas llaman a su cooperativa, desarrolla su labor en tres áreas: formación, servicios (en aulas telemáticas y atención a la infancia) y procesos de transformación. Es dentro de este área, en el que desarrollan desde el 2009 proyectos con una visión integral para mejorar las posibilidades de inserción laboral de las mujeres desempleadas.

Esperanza, socia de Abierto, nos explica cómo, al empezar a entrevistar a las mujeres, supuestamente desempleadas, se dieron cuenta de que estas tenían un currículum profesional oculto. Las mujeres se consideran “desempleadas” y dicen que no trabajan, pero, en realidad, “echan horas aquí y allá”, es decir, están trabajando como mujeres de la limpieza o dentro del denominado empleo de hogar. Aunque ellas dicen estar en paro, en realidad están trabajando en la economía sumergida y, en muchos casos, su trabajo es vital y el principal sustento para ellas y su familias.

El currículum oculto

Tras este descubrimiento, las de Abierto se empiezan a plantear cómo hacer emerger esa economía invisibilizada y esos currículums no reconocidos que están siendo los pilares de la economía familiar. Se les ocurre poner en marcha procesos de acompañamiento para que las mujeres pasen de hacer trabajo doméstico en la economía sumergida a constituir empresas de servicios a domicilio (aunque, dicen, “nadie compra procesos que no dan resultados garantizados ni inmediatos”, por lo que las dificultades de financiación pública de estos planes son continuas y, a menudo, se presentan dificultades en la continuidad).

Este acompañamiento (del empleo de hogar a la constitución de empresas de servicios a domicilio) empieza con una charla informativa en la que las mujeres hacen un análisis participativo de su situación y se les explica lo que puede suponer el autoempleo colectivo. (Las de Abierto no hablan de emprendimiento, sino de autoempleo colectivo).

Las mujeres que muestran interés en formar parte de un grupo asisten a unos talleres. En estos talleres hacen su plan de empresa con los clientes que tienen en la actualidad y estudian cómo alcanzar viabilidad económica.

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Se generan grupos promotores. Se trabajan conocimientos y habilidades empresariales, y también otras cuestiones como la necesidad de equilibrar y ajustar las expectativas individuales y grupales.

Si el proceso avanza, se constituye la cooperativa de servicios a domicilio. La estrategia es constituir cooperativas con objetivos sociales amplios y salir del cajón de sastre del trabajo doméstico para especificar todos los servicios que se pueden prestar (limpieza, cocina, servicios personales, etc.).

Explican que la tasa de «éxito», el número de grupos promotores que se constituyen en cooperativas, es del 50%. Las mujeres que constituyen estas cooperativas de servicios a domicilio rompen el estereotipo del emprendedor que suele ser una figura masculina, universitaria, joven, etc. Aunque no se identifican como emprendedoras, la mayoría de las mujeres con las que trabajan en realidad ya han “emprendido”, muchas han migrado y son las responsables de familias monoparentales.

Constatan que para poner en marcha este tipo de procesos se necesita mucha motivación. Se dan cuenta de que las autóctonas están menos motivadas que las emigrantes. Las mujeres nacidas aquí que trabajan en el empleo del hogar tienen los trabajos mejores y, además, ya tienen derechos de ciudadanía. Sin embargo, para las emigrantes, trabajo y papeles van de la mano. Por eso, creen, las mujeres de origen extranjero están más dispuestas a iniciar ese proceso, que consiste en “crear” un empleo a partir de lo que ya tienes.

Desplegar un círculo virtuoso

 

El proceso de creación de empleo colectivo a partir de lo que ya tienes, explica Esperanza, despliega un círculo virtuoso: eres una empleada de hogar pero tienes un currículum oculto, sabes hacer muchas cosas catalogadas en sí mismas como profesiones (por ejemplo, cuidando a personas mayores haces de peluquera, de podóloga, de enfermera…). Lo primero es visibilizar, ante ti misma, tu currículum oculto. Esto hace que te puedas plantear dejar de ser empleada de hogar y pasar a ser empresaria con clientes (por ejemplo, ofreciendo servicios de peluquería a domicilio). En este proceso sales del aislamiento, se reconoce que trabajas, adquieres derechos y seguridad social.

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Sobre el aislamiento, explican que muchas emigrantes ya habían reagrupado a su familia aquí, pero, con la crisis, el marido ha perdido el trabajo, la familia ha regresado y ellas se han quedado solas y vuelven a ser internas, lo que aumenta mucho su aislamiento. La colectivización del trabajo “obliga” a relacionarte con otras, a llegar a acuerdos, por ejemplo cómo repartir el dinero. Aunque tu familia haya regresado y estés sola aquí, haces una nueva «familia» y se generan vínculos muy fuertes con otras mujeres.

Como dificultades que pueden llevar al «fracaso» de la creación de cooperativas, hablan de lo difícil de trabajar en equipo y de no tener expectativas comunes. Otra dificultad es la necesidad de tiempos largos para que se consoliden este tipo de iniciativas que tienen su propio ritmo. Muchas veces, las reuniones de los grupos o las sesiones formativas se dan los fines de semana, tiempo que las mujeres tienen para descansar, relacionarse y, además, trabajar en el proceso. La escasez y la discontinuidad en la financiación que recibe Abierto para el acompañamiento de este tipo de procesos no facilitan el seguimiento o la intervención a medida que los proyectos pueden necesitar.

Otro de los puntos claves para Esperanza es la necesidad de disponer de infraestructuras de autoempleo colectivo que sustenten y faciliten la actividad empresarial (papeleo, contabilidad, gestión, planificación), infraestructuras que ayuden para que estar en una cooperativa no signifique mucho más trabajo y cansancio que trabajar sola.

El reto consiste en resolver las necesidades inmediatas de las mujeres y de los hogares que necesitan emplearlas y, a la vez, producir rentabilidad social. La prestación de cuidados se está resolviendo en el mercado muchas veces sumergido, mediante acuerdos privados. Hay hogares que no pueden pagar lo que consideran digno y esto es parte del problema.

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Para las de Abierto, creación de autoempleo colectivo es compatible con lucha y reivindicación: los hogares deben salir de sus comodidades y, si pueden, ofrecer un pago justo. Y hay que emplazar al Estado para que asuma su parte de responsabilidad y la negociación de los cuidados no quede como un asunto privado y sumergido. Hablan de falta de voluntad política y de muchas resistencias, por ejemplo, cada vez hay más hogares que requieren del trabajo del hogar, en los que se da la paradoja de que personas trabajadoras se convierten en empleadoras. Este hecho distancia la exigencia de condiciones laborales dignas para mí de las de las personas que empleo. A ello, se añade la falta de reconocimiento que suelen sufrir los grupos de mujeres.

Aunque no todos los procesos finalicen con la creación de cooperativa, Esperanza explica que todas las mujeres que participan se llevan algo: trabajar en red, visibilizar los cuidados más allá de la reivindicación, conseguir que los conflictos no terminen en rupturas, superar el miedo a que alguna deje el grupo…

Cuando le preguntamos por las claves del éxito responde: “para bajar el emprendimiento al nivel de las personas no hay una fórmula mágica que funcione. Lo que funciona es partir de las realidades.“

 

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Login_Dinero, empleo y sostenibilidad de la vida 3/5

El sábado 14 de noviembre organizamos el primer Login_ del proyecto Login_MicroEmprendimiento_entre_mujeres para investigar las especificidades del microemprendimiento social urbano practicado entre mujeres de la ciudad de Madrid. En esta primera sesión nos hacemos algunas preguntas sobre el cuidado, el dinero, el trabajo y el empleo.

Idealoga. El cooperativismo como forma de vida

Tras la conversación en la Eskalera Karakola, caminamos hacia el Colaboratorio para encontrarnos con Sandra, miembro de Idealoga, una cooperativa de iniciativa social que ofrece servicios de consultoría, intervención social y psicología “para una buena vida”. Apenas hemos recorrido unas cuantas manzanas y, sin embargo, el nuestro ha sido un largo viaje en las estrategias cotidianas para afrontar el trabajo, la renta y la vida: del rechazo del trabajo que se respiraba en los inicios de la Karakola pasamos ahora a un grupo de psicólogas que opta por el cooperativismo como apuesta política y existencial fuerte.

Pon el dinero y el trabajo donde estén tus ideas

Así nos lo cuenta Sandra. “Como psicólogas, lo habitual es el trabajo individual, pero hicimos nuestras prácticas en una cooperativa y vimos que esa estructura permitía tener control sobre tu renta y sobre los contenidos de tu trabajo, hacer un reparto colectivo, dar sentido colectivamente a lo que haces… Para nosotras eso tiene un valor incalculable, porque sentimos que, con nuestro trabajo, no sólo ‘ganamos el pan’, sino que también transformamos las relaciones sociales y económicas”.

Sandra

Esto no significa que el cooperativismo sea la panacea, “la solución a todo”. Sandra no oculta en ningún momento las dificultades y los claroscuros: los salarios ínfimos durante los primeros años, las jornadas laborales de 12 a 14 horas, aún ahora, los altos niveles de estrés y exigencia para mantenerse a flote resultando a veces un modelo autoexplotador o las contradicciones con muchos de los clientes con los que trabajan (desde la administración pública hasta los “talleres de gestión del estrés” para una corporación multinacional. Pero buena parte de estos claroscuros y de los malestares que generan tienen, a su juicio, que ver con la precariedad generalizada y con la aceleración inserta en la cultura en la que vivimos. De hecho, en posiciones estables de trabajadores fijos por cuenta ajena aparecen problemas parecidos: hay una percepción de precariedad, porque aunque los sueldos son más elevados, el nivel de vida y las expectativas también, y hay mucho estrés ligado al trabajo por objetivos que impone la empresa.

Por otro lado, la cooperativa ofrece un espacio colectivo desde el que elaborar las contradicciones y los malestares, diseñar estrategias para afrontar los vaivenes del mercado y combinar motivación con flexibilidad: “Fijar objetivos juntos hace que te empeñes y que aceptes jornadas de 14 horas, porque trabajas por algo que te crees y has decidido y, por otro lado, hay también una flexibilidad, por ejemplo, yo he tenido una baja de 9 meses para cuidar a mi hija y mi equipo no sólo lo aceptó, sino que además trabajó para facilitar mi reincorporación”. Otro criterio que marca la diferencia es que “no buscarnos crecer todo el tiempo, sino sólo sostenernos”.

Terapia en tiempos de incertidumbre e hiper rendimiento

A pesar de estar formada por psicólogas, Idealoga no nació como una cooperativa de trabajo terapéutico privado, sino más bien de atención psicosocial subcontratada desde la administración pública y ofrecida, pues, como servicio público. Sin embargo, con la crisis y los recortes, lo terapéutico, como servicio de consulta privada o como complemento al servicio de salud para trabajadores de una gran empresa, se mostró “como una alternativa de mercado más estable”, que permitía, además, no depender de un sólo financiador y afrontar mejor los altibajos de estos tiempos de precariedad e incertidumbre.

Idealoga forma parte del Grupo Cooperativo Tangente y del Mercado Social de Madrid. Por esta vinculación y otras con el mundo de la economía social y solidaria, llegan a la consulta de Idealoga muchos cooperativistas: “gente cercana, emprendedora, cargada de las insatisfacciones y los malestares que genera nuestra forma de vivir –ansiedad, tensión, problemas para gestionar, para conciliar…”. “Nuestro enfoque ante estos problemas no es de corte psicoanalítico”, nos cuenta Sandra. “Proponemos procesos formativos, de duración variable (entre 5 meses y 2 años), donde ofrecemos herramientas para organizar mejor tu vida”.

En_Colaboratorio

“Vivimos en el ‘Siglo del Yo’: hay toda una industria publicitaria organizada en torno a la individualidad, que transmite el mensaje de que hay que ser un individuo único, especial.
Las terapias son algo cultural, muy relacionado con el proceso de individuación: en el siglo del Yo, la individualidad de cada uno está más presente que nunca. En el contexto de la salud mental, hay una explosión de las disciplinas psi: es decir, una tendencia a psicopatologizar muchas cosas y un auge increíble de las farmacéuticas y los psicofármacos. Desde Idealoga tenemos una visión crítica de todo esto. Nos juntamos para leer nuestro trabajo desde ahí, también porque somos psicólogas sociales más que clínicas. Nos planteamos un trabajo terapéutico que tenga en cuenta la sociedad en la que estamos insertos y que busque desarrollar la conciencia crítica. A veces derivamos directamente a espacios colectivos por que más que una terapia lo que la persona que viene necesita es relacionarse y trabajar algunas cuestiones en grupo”.

¿No hay en lo terapéutico contemporáneo, en el énfasis por encontrar “soluciones”, “estrategias de control del estrés”, una obsesión por lo afirmativo, que expulsa la negatividad, que insiste en el “sí se puede” y, con ello, entronca sin duda con espacios colectivos como el 15-M, pero también con lo peor de la autoayuda, que hace recaer todo el peso de la responsabilidad sobre el individuo? La pregunta polemizadora surge del corro de invitadas al Login_ que escucha con atención y respeto lo que Sandra nos cuenta. “Creo en la capacidad de cambio de las personas”, dice Sandra, “en ese sentido del ‘sí se puede’. Pero no me creo el discurso de de la autoayuda que plantea que siendo positiva y deseando de verdad, lo podemos todo, Barbara Ehrenreich lo retrata muy bien en su libro ‘Sonríe o muere’. En primer lugar, necesitamos a otras para cambiar. Además es importante identificar lo que depende de nosotras y lo que no”.

Autocuidados y emprendimiento

¿Cuál es la relación entre autocuidados y emprendimiento? Esta es otra de las preguntas que surgen del corro al calor de nuestra conversación. “En nuestra experiencia”, nos cuenta Sandra, “estos dos caminos se cruzan, porque para nosotras el emprendimiento cooperativo es fundamental para relacionarnos con el trabajo y el dinero tal y como queremos, cuidándonos”.

Para Idealoga, el trabajo es un asunto central (“un hecho natural”) y plantearse de qué vamos a trabajar, para qué y a quién vamos a sostener con nuestro trabajo es una reflexión fundamental, no sólo para una misma, sino como un regalo que ofrecerle a otros. Desde este convencimiento, Idealoga hace promoción del emprendimiento, pero con un enfoque que rompe con la versión tan individualizada que se ha puesto en boga en los últimos años: “para nosotras, el emprendimiento tiene que ver con la autoorganización de trabajo para que revierta en una dimensión social”. En definitiva, es sinónimo de cooperativismo. ¿Contribuye Idealoga, con su promoción del emprendimiento, involuntariamente, a la onda expansiva del “empresario de uno mismo” neoliberal o más bien al revés, hackea esta onda, resignificando y reconfigurando la práctica de emprender con su ADN cooperativista? La pregunta queda en el aire, apenas enunciada, pero nos acompaña ya luego durante todo el viaje.

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De lo que no queda duda es que las socias de Idealoga dedican momentos específicos de su jornada laboral a la elaboración colectiva de estas contradicciones y que esta elaboración se entiende como cuidado del grupo y sus miembros: “En Idealoga, las contradicciones las trabajamos en los espacios de cuidado, hablando de ellas, teniéndolas en cuenta a la hora de tomar decisiones e intentando convivir con ellas”.

Para Idealoga, este tipo de espacios específicos de autocuidado deberían estar presentes en toda la economía social, no necesariamente como un servicio centralizado, sino como algo a tener en cuenta y practicar desde diferentes lugares. “Ahora nos empezamos a preguntar qué queremos que sea nuestra cooperativa en relación con el ecosistema cooperativista que habitamos”, explica Sandra. Y añade: “Nos gustaría aportar desde la formación en este tipo de cuestiones”.

El contraste entre el rechazo del trabajo y la apuesta existencial por el cooperativismo aún genera cortocircuitos en nuestras neuronas mientras paramos a comer. Entre viandas, algunas de las invitadas discuten sobre el papel de lo público, o su desmantelamiento, en todo esto. Añadiendo una capa de complejidad más, iniciamos, aún con el postre en los labios, un nuevo viaje, en este caso rumbo a Palomeras, Vallecas. Los parques de colinas construidos sobre las chabolas de la inmigración rural, los bloques de realojo y las precarias construcciones nos recuerdan que, por más que todas podamos intentar un emprendimiento, los “nichos de mercado” de todas no son los mismos.

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Login_Dinero, empleo y sostenibilidad de la vida 2/5

El sábado 14 de noviembre organizamos el primer Login_ del proyecto Login_MicroEmprendimiento_entre_mujeres para investigar las especificidades del microemprendimiento social urbano practicado entre mujeres de la ciudad de Madrid. En esta primera sesión nos hacemos algunas preguntas sobre el cuidado, el dinero, el trabajo y el empleo.

La Eskalera Karakola. La distancia entre emprender y buscarse la vida

La Eskalera Karakola, EKKA, es un centro social autogestionado que nace en Madrid en el año 1996. Algunas mujeres que formaban parte del movimiento de “okupación” deciden en noviembre de ese año “okupar” una casa y disponer de un espacio autónomo y propio. Los proyectos que se alojan en la EKKA se inspiran en la autonomía y la autogestión pero sobre todo se consideran feministas.

Karakola

Marta fue una de las protagonistas de esos primeros años y nos cuenta cómo la Eskalera surge con un grupo de mujeres (y quizá una época) que no desea trabajar. Trabajar es vender tu energía al capital y eso es «perder la vida». Hay otras cosas importantes que hacer y el trabajo asalariado es sólo un peaje, la manera de conseguir renta para poder vivir. Así, la relación con la obtención de renta ya no se coloca en el centro del proyecto vital y hay un “devenir buscavidas”, que implica renunciar a una carrera profesional. El contexto, de abundancia de trabajos temporales, facilita esta estrategia que hoy, en un periodo de mucho paro y donde el puesto de trabajo parece un bien escaso, este planteamiento puede resultar difícil de entender.

A lo largo del tiempo, el espacio ha requerido dinero para mejorar su habitabilidad y las mujeres que iniciaron el proyecto se han hecho más mayores, quizá se cansaron de la incertidumbre y del vivir con tan poco dinero o sus necesidades básicas se incrementaron.

¿En qué punto están ahora las mujeres que habitan la Karakola?

Hablamos de casi 20 años de historia que, por ejemplo, para Anouk, han representado épocas de conexión y desconexión. Aunque participa de manera activa desde hace muchos años, no conoce bien a todos los colectivos que habitan este espacio feminista en la actualidad, por lo que no puede hablar en nombre de todas. Lo que sí que percibe es que en la EKKA se separa la militancia de la forma de conseguir renta de sus habitantes, la relación entre forma de vida, trabajo y obtención de renta no es un tema de conversación en el espacio.

Anouk

Ana plantea que parte de ese cambio puede ser debido a las diferencias espaciales. Inicialmente, la Eskalera Karakola era una casa okupada, y esta configuración de hogar favorecía tal vez la creación de una intimidad que ayudaba a pensarse y generar conocimiento desde las propias vidas.
Ahora, la EKKA está compuesta de dos locales reformados y alquilados y el centro social es más una agregación de diversos colectivos que comparten un mismo espacio que un colectivo que elabora un pensamiento común. Dejar de estar en una casa implica que la sostenibilidad de la vida deja de estar en el centro y se pasa a una mayor apertura en la que cualquier persona o grupo que se autogestione y sea feminista puede participar.
¿Existe una dimensión económica en la karakola?

En la Karakola se han dado diversas iniciativas que han servido para autofinanciar el espacio como un bar, un comedor vegetariano o una tetería. También ha acogido proyectos que proporcionaban una pequeña renta a algunas personas implicadas como una escuelita libre, clases de yoga o idiomas. Además, el espacio es el lugar de reparto y recogida de varios grupos de consumo del barrio que compran directamente a diversos productores alimentos ecológicos.

Ana

Sin embargo, la propuesta de abrir un coworking para que personas que no tienen oficina puedan trabajar en un lugar fuera de casa y que les permita cooperar, compartir información, pasarse trabajos, etc. ha sacado a la luz algunas tensiones relacionadas con el manejo del dinero y del trabajo.

¿Qué hace que algunas iniciativas que suponen manejo de dinero sí puedan llevarse a cabo en un espacio como este y otras no?

Se permiten actividades económicas cuando la retribución de quién las lleva a cabo es mínima. Además, la actividad debe estar abierta a la participación de cualquiera, como en el caso de las clases. En el caso de los grupos de consumo, no se cuestiona el apoyo a la apuesta empresarial de quienes producen, más bien al contrario: hay un fuerte compromiso con la sostenibilidad de proyectos de economía social.
El uso del local para repartir verduras o como lugar de coworking implica en ambos casos que el recurso finito del espacio disponible no puede ser usado por otros grupos o proyectos. Sin embargo, en el caso de la producción agrícola la actividad principal se desarrolla fuera de la Karakola y el espacio de reparto, aunque imprescindible para la actividad, puede trasladarse a otro lugar: tal vez esto es lo que hace que se acepten los grupos de consumo y, sin embargo, haya la sensación que algo como un coworking no cabe aquí.

De la EKKA no han surgido proyectos empresariales, aunque su construcción como espacio colectivo y sus prácticas han sido una escuela de feminismo para algunas mujeres que han participado y han logrado rentabilizar esos saberes en ámbitos académicos como investigadoras o especialistas en género o feminismos. Como en el caso de la producción de verduras, el ejercicio principal de la actividad académica o investigadora se da fuera del espacio compartido.

Pensando_Karakola

Con la propuesta del coworking parece explicitarse una dificultad, no del manejo de dinero en sí mismo, sino de la gestión de un proceso que genera una renta individual dentro. ¿Qué estatuto tiene una persona que está generando un dinero privado?, ¿a quién se le dice que si y a quién que no?, ¿qué actividades se permiten y cuáles no?, ¿cuándo se considera que los ingresos son estables y suficientes para hacer que la actividad migre a otros espacios?, ¿quién y cómo lo controla?, ¿qué retornos se establecen para el común?

La dificultad de gestionar toda la complejidad que surge al abrir un espacio donde generar trabajo y posibilitar la generación de renta individual, parece anular una alternativa para colectivizar las consecuencias de la precariedad y compartirlas sin constituir una empresa u otro tipo de estructura formal.

¿Trabajo o emprendimiento?

Hay un conflicto con las estrategias que se centran en conseguir renta propia. El interés propio parece malo, aunque la consecución de una renta resulte imprescindible para lograr una vida digna, para sostener la vida. Pero ganar dinero con tu trabajo se vincula al lucro y a la privatización de un espacio que es de todas.
Del mismo modo, tensiona la palabra emprendimiento. Encontramos en la conversación dos definiciones de emprender. Por un lado, como una manera de organizar recursos y personas para posibilitar una actividad económica y, por otro, como acción transformadora que construye una nueva forma de hacer relaciones socioeconómicas y culturales.

Espacio libre de dinero privado

Quizá hay algo más que los cambios en la configuración del espacio que no ponen la manera de conseguir renta en el centro, quizá algo del espíritu de esas primeras mujeres que no querían trabajar sino vivir ha perdurado en la Karakola. Este tipo de tensiones se dan en otros centros sociales o espacios reivindicados como políticos o militantes.

Ana cree que la Karakola es un espacio esencialmente político y plantea que, en este tipo de colectivos, la vivencia del dinero puede ser vivida como problema. Lo que hago está legitimado porque lo hago sin llevarme nada a cambio, no gano dinero. De alguna manera flota en el ambiente una idea que plantea que «si la política, la lucha, además de transformar, de divertirme, me posibilita ganar dinero resulta demasiado. El dinero es tabú. El trabajo nos da renta y la necesitamos, pero nosotras trascendemos al dinero.»

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Login_Dinero, empleo y sostenibilidad de la vida 1/5

El sábado 14 de noviembre organizamos el primer Login_ del proyecto Login_MicroEmprendimiento_entre_mujeres para investigar las especificidades del microemprendimiento social urbano practicado entre mujeres de la ciudad de Madrid. En esta primera sesión nos hacemos algunas preguntas sobre el cuidado, el dinero, el trabajo y el empleo.

¿Del deber cuidar al obligatorio cuidarse?

El punto de encuentro es una cafetería del madrileño barrio de Lavapiés. Entre tazas de café y caras aún amodorradas por el sueño, una veintena de mujeres nos sentamos en corro e inauguramos el Login_ una incursión en una realidad compleja.

Para arrancar, Marta Malo, que nos acompaña como coinvestigadora, nos ofrece unas pinceladas de contexto: se trata de pensar el microemprendimiento femenino con la transformación de la organización social de los cuidados como telón de fondo. Los cuidados, tradicionalmente asociados a las mujeres, están teniendo una creciente presencia pública: desde el ayuntamiento de Madrid se ha lanzado una campaña que declara el municipio «ciudad de los cuidados», pero también hablamos de que «mi amiga no me cuida, siempre llega tarde» o podemos oír cómo una mujer le dice a otra: «te tienes que cuidar más, querida, te veo muy apagada».

MiraElSol

¿Qué son exactamente los cuidados? Inspiradas en las reflexiones feministas sobre la reproducción, los definiríamos como el conjunto de actividades materiales e inmateriales de sostenibilidad de la vida. Su organización ha variado en el tiempo y en el espacio, pero en nuestras sociedades occidentales ha estado articulada, desde la revolución industrial, en torno al hogar unifamiliar gestionado por el ama de casa. Este tipo de organización, que no es natural, sino que tiene una especificidad histórica y geográfica, va asociada a una triple división, donde el segundo elemento de cada par es subalterno con respecto al primero: producción / reproducción, público / privado, cualificado / descualificado.

Dentro de este esquema organizativo, los cuidados aparecen como un conjunto de tareas descualificadas de reproducción, no remuneradas (en sociedades cada vez más salarizadas) y realizadas en privado por mujeres, que se ven encerradas individualmente en los hogares y tutorizadas, en primer lugar, por sus padres y maridos (que “las mantienen” con su salario) y, en segundo lugar, por los «expertos» (en salud, educación, higiene…).

Esta organización de los cuidados vive una crisis en la década de 1970. Por un lado, por una doble presión externa: el creciente sector servicios demanda cada vez más las destrezas relacionales y la inteligencia emocional que las mujeres han adquirido por su socialización en los cuidados, invitándolas, pues, a salir del hogar, a la par que la reestructuración productiva y la precarización laboral dificultan, si no imposibilitan, que todo un hogar se sostenga exclusivamente con el sueldo del varón, entendido como “cabeza de familia”.

Marta_En_Karakola

No obstante, no todo se explica por causas externas. Existe también una presión interna, encarnada en las miles de mujeres que ya no quieren seguir encerradas en el hogar, ni traer al mundo “tantos hijos como mande Dios”. El lema del feminismo autónomo italiano de la década de 1970, “Mamá ha salido”, se hizo realidad: son miles las mamás que salen en busca de otras formas de vida.

Con el resquebrajamiento del hogar como base de la organización social de los cuidados, llega el ensalzamiento del autocuidado: el cuidado se torna responsabilidad individual y cada individuo debe procurarse cuidado, fundamentalmente adquiriendo “hábitos de vida saludables” y comprando servicios en el creciente mercado de los cuidados, cada vez más orientado al bienestar individual.

Llega también la crisis del cuidado en las fases de mayor vulnerabilidad que todo ser humano atraviesa a lo largo de su biografía. Este cuidado ya no está garantizado por la estructura familiar. Se externaliza parcialmente del hogar, en dotaciones públicas (cada vez más precarias) y privadas (con alto coste). Todas las necesidades no cubiertas a través de la externalización exigen, para ser cubiertas, de múltiples malabarismos de las personas cuidadoras. Hay, también, cada vez más abandono de quienes necesitan esos cuidados: es decir, potencialmente, de todos.

Marta_en_MiraElSol

En este contexto de crisis salvaje, no obstante, se produce uno de los descubrimientos más decisivos. Quienes atraviesan fases vitales más vulnerables (enfermedad, vejez, infancia…) y quienes les cuidan constatan la dimensión ecológica intrínseca a la relación de cuidado humana: en contra de imperativo de «bienestar individual», la imposibilidad de separar el cuidado de uno mismo (autocuidado) del cuidado del otro.

¿Qué supone, para las mujeres, emprender en este contexto donde, por un lado, se nos abren nuevos nichos de mercado, en los que podemos ofrecer a cambio de dinero saberes adquiridos en el hogar, pero, por otro, nos vemos despojadas de la posibilidad de cuidar de otros y de ser cuidadas porque la presión por el rendimiento se lo come todo, y porque ya no estamos encerradas en el hogar, pero sí en la individualidad de cada cual? ¿Qué tipo de estrategias están poniendo en práctica las mujeres para afrontar este dilema?

Estas son las preguntas que motivan el primer Login_ sobre emprendimiento femenino y, con ellas rebotando en nuestras cabezas, termina la exposición de Marta y nos trasladamos a nuestra siguiente parada, pocos metros más allá del bar donde nos hemos encontrado.

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Conocimiento e infraestructuras que construyen economía

Un recorrido por proyectos de autoempleo con mujeres del Programa Clara de Seseña

 

El 24 de abril a las 10:40h de la mañana nos encontramos en la Puerta del Sol en Madrid. Explicamos qué es un Login_ y apostamos por jugar, atrevernos a decir sin pretender que las respuestas sean las adecuadas, atrevernos a estar de excursión. “Turisteando” como cualquier visitante en la ciudad atravesamos la plaza Mayor y nos acercamos al Mercado de San Miguel.

El mercado de San Miguel, lo que determina la infraestructura

El único mercado de Madrid que conserva la estructura metálica aloja muchos puestos con mercaderías elegantes y caras que estudiamos como antropólogas. No compramos nada, no hablamos con nadie, sólo miramos para desde allí, caminar hacia nuestro nuevo destino, a media cuesta, en la calle Ave María.

Hacer nuevo lo de siempre

Llegamos a La vida tiene Sentidos, el ultramarinos filosófico que han creado Pati y Maite. Pati tuvo un bar en este barrio, el barrio de Lavapies durante 15 años. La crisis le obligó a cerrarlo en un momento en el que ya estaba cansada de la noche. Había que reinventarse, y para ello se asocia con Maite, compatriota, programadora, y “tendera” en una tienda de comestibles en Asturias durante casi 10 años. Durante meses han dado vueltas al tipo de negocio que querían montar, un espacio que les permitiese organizar y acoger múltiples actividades y donde pudieran trabajar a gusto.

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Venden productos que no se encuentran en el supermercado, artesanales o ecológicos o de proximidad, y ofrecen talleres de coctelería, de costura creativa o filosofía aderezada de ricos vinos. La vida tiene sentidos es un espacio bello, con mobiliario polivalente para que puedan hacerse muchas y diferentes cosas y la escucha atenta a lo que necesita o busca quien entra por la puerta.

Mientras nos tomamos unos cafés e infusiones, Pati y Maite nos cuentan cómo es ser dos y la distribución de tareas, su apuesta por una gestoría cómplice, la manera en la que se tejen las redes de proveedores y clientes que son (o terminan siendo amistades), la importancia de las tecnologías en su negocio y la necesidad de estar abiertas y reconducir planes cuando las ideas toman vida propia y van por caminos distintos a los planificados.

Un huerto escondido en la ciudad

Tras la visita al ultramarinos, buscamos un espacio en el que charlar al aire libre. Llegamos a Esto es una plaza, un huerto gestionado por el vecindario situado en la calle Doctor Fourquet. Personas implicadas en el proyecto abren el espacio por las mañanas y estos días de solecito está lleno de vida, adolescentes haciendo peyas, personas adultas con peques formando un grupo de crianza, lectores, y el grupo de la escuela libre Tartaruga.

Buscamos un rincón donde poder sentarnos en círculo a la sombra para que Elena del Valle nos cuente su experiencia como autónoma. Elena aprendió fontanería acompañando a su padre a las casas y edificios donde había que hacer arreglos. Cuando su padre se jubila, decide hacerse cargo del negocio familiar.

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El relato de Elena es cercano y apasionado. Nos cuenta la sorpresa de algunos de sus clientes cuando ven llegar a una mujer a trabajar de fontanera y cómo después de conocerla, la prefieren. Es consciente de lo que implica ser mujer en un mundo todavía de hombres, plantea que intenta dar la vuelta a la desventaja convirtiendo en aliadas a las mujeres, las que habitualmente llaman de las casas para comunicar las averías pendientes.

Este tipo de alianza, es la que intenta construir con las personas que le atienden en las oficinas de gestión administrativa y fiscal. Ella misma realiza toda la gestión de su negocio y nos invita a quitarnos el miedo y a preguntar todo lo que no sepamos hasta que lo entendamos en las distintas oficinas y teléfonos informativos a los que podemos acudir.

Infraestructuras que abren posibilidades

Ya habiendo pasado el Ecuador del recorrido, visitamos el Mercado de San Fernando, un mercado de abastos municipal que ha pasado en los tres últimos años de tener la mitad de los puestos vacíos a una larga lista de espera para alquilar una parada. En parte, este llenazo se debe a la apuesta de mantener precios asequibles. Diana, una de las nuevas habitantes del Mercado nos hace un recorrido por su historia y nos habla de la dificultad que ahora hay de integrar necesidades y maneras de convivir diversas, en un espacio que pretende seguir siendo mercado a la vez que aumenta su uso como espacio hostelero y de ocio.

Seseña_Diana_Trementineras

Diana además, forma parte de Trementineras, una asociación que pretende favorecer el intercambio de conocimiento y la comercialización de los productos de mujeres artesanas. Su puesto es además de punto de venta de artesanía, uno de los puntos informativos del Mercado Social de Madrid.

 

Komo en Kasa, es otro de esos negocios que empezaron hace tres años, con el desembarco de gente joven y nuevas ideas de negocio en el mercado. Lucía, es cocinera autodidacta y apostó por la cocina tradicional española y los productos de temporada. Comemos en medio de la plaza, algunos de sus platos de comida para llevar que puedes también comer en el mismo mercado. Cuando tiene un ratito, viene a contarnos cómo ha evolucionado su proyecto.

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Pionera, apostando por la apertura al mediodía del mercado, ha tenido que reinventarse con el cambio de la legislación que ha permitido que más puestos se dediquen a la gastronomía y se ha especializado en la alimentación libre de gluten, para personas celiacas.

 

Mirar con otros ojos lo cotidiano

Ha terminado el recorrido del Login_ y hacemos una pequeña ronda valorando el día. Vivir algo diferente a lo del día a día, conocer experiencias diversas, tener la oportunidad de vivir un día de aprendizajes, romper la rutina, explorar, descubrir a otras mujeres, compartir el día fuera del aula o vivir un día lindo entre mujeres.

Hemos conocido a un variado grupo de mujeres expertas, que no salen en los telediarios ni en las páginas de economía de los diarios pero que son las que más saben de inventar cada día sus proyectos y que nos demuestran cómo lo hacen posible aunque sea difícil.

*** Este Login_ se diseñó y realizó para un grupo de mujeres de Seseña en el marco del Programa Clara, programa promovido por el Instituto de la Mujer y el Ayuntamiento de Seseña cofinanciado por el Fondo Social Europeo dentro del Programa Operativo «Lucha contra la Discriminación 2007-2013».

Cuando estar en red da sentido a la economía social

Lucía, Ana, Nuria, Paloma, Mari Carmen, Encarna, Cris, Tamara, Sara y María son algunas de las mujeres que dan vida al proyecto Driadas. Ellas junto a otras mujeres, hasta una veintena, están aprendiendo en Fuenlabrada a elaborar conservas vegetales artesanales con el objetivo de montar de una cooperativa de embotado de productos ecológicos. Driadas es un proyecto de inserción sociolaboral impulsado por Heliconia e IMC que apuesta por una buena alimentación respetuosa con las personas y el entorno. BienvenidaEnSol   Nuestra primer destino se situa en la calle Santa Clara, muy cerca de Ópera, donde está la sede de Heliconia. Charo Ruedas, es la responsable de gestión económica de esta cooperativa y nos enseñó las oficinas que comparten con Freepress, una cooperativa de diseño y comunicación. Las mujeres de Driadas ya conocen Heliconia, nos interesaba entender cómo una mujer que no se identifica como emprendedora, emprende, como una mujer que no se considera militante,   Tomando café y tostadas en la calle Vergara, escuchamos cómo Charo llegó al cooperativismo y la economía social, qué es para ella trabajar en una cooperativa, la responsabilidad de gestionar la contabilidad, la importancia de la parte administrativa en la empresa. CharoNosCuentaCafeTambién nos contó lo que significa perder el sueño cuando la falta de liquidez aprieta y lo afortunada que se siente con el apoyo incondicional de sus compas. Antes de movernos hacia el siguiente destino, compartió la importancia de la conciliación de la vida laboral y personal y como ha encontrado en la cooperativa un horario que le permite estar por las tardes con su hijo Álvaro.   Paseando Caminar turisteando por el centro sin tener que correr es una delicia. Nos asomamos al mercado de San Miguel, ya lleno de turistas a esas horas y bajamos hasta la calle Mira El Sol, en el número 1 está el Ateneo Cooperativo Nosaltres, una cooperativa integral basada en el modelo de la creada en Cataluña.     En Nosaltres es Graciela Mulet quien nos acoge. Visitamos el local. En la planta baja hay una zona polivalente que se puede aislar con cortinas para dar clase, una librería, puestos fijos y móviles en la zona de mesas y pantallas, es lo que llaman el “cocurro” y el baño están en la planta que da a la calle. Bajando unas escaleras podemos llegar a la zona de taller que acoge pintura, serigrafía, bisutería de alpaca, cerámica realizada con torno, etc. El espacio ofrece múltiples actividades y servicios a precios populares o de manera gratuita.   EscuchandoGracielaLa cooperativa es un proyecto de autoempleo colectivo que surge al calor de la Asamblea del 15M en Lavapiés. Graciela se sumó a Nosaltres poco antes de que alquilasen el local. Utiliza muchas veces el verbo habitar, es la manera en la que se refiere a la forma de estar en este espacio, de crearlo. En el algo más de un año de recorrido, las prioridades han ido pasando por diversas fases. Acondicionar el local aprendiendo a hacer ñapas, pasando por la construcción de un reglamento interno por el que regirse, la elaboración de unos estatutos que dieran cobertura legal… Ahora es prioritario hacer sostenible el proyecto económicamente. Todo este proceso se entrelaza con el recorrido de aprender a nombrar los sentires, a tomarlos, darles espacio y decidir qué se hace con ellos mostrando una manera de encajar las tensiones entre el compromiso y la autonomía, el proyecto colectivo y el proyecto propio. NajatChek_2 Es también en Nosaltres, donde Najat Chek nos cuenta su proyecto; un catering de comida árabe que puede ocmpletarse con danza oriental, poesía y música en vivo. Delicatessen Árabes, es conocido en Rivas Vaciamadrid aunque Najat se desplaza a otros municipios. Estando convencida de que el cooperativismo es la manera en la que le gustaría llevarlo a cabo, le cuesta encontrar socias que se impliquen de la misma manera en la que ella lo hace, sea por el nivel de compromiso que conlleva como por la irregularidad de los pedidos que no permite contar con unos ingresos estables. Por todo ello, está buscando financiación para extender un modelo que integre la sostenibilidad y la generación de empleo con una mirada social. El proyecto favorece el acceso al mundo laboral a mujeres de origen marroquí que habitan en la Cañada Real a la vez que intenta dar valor a la gastronomía, música, danza y poesía magrebí y oriental. A escasos metros, cruzando la calle embajadores se sitúa el mercado de San Fernando, un mercado de abastos, de los de toda la vida que intenta reinventarse. La entrada por la calle Sombrerete es compartida con el centro de salud del barrio.  Un paseo rápido basta para apreciar las diferencias entre este mercado y el de San Miguel, los precios, los productos que se venden, el aspecto de las personas que atienden los puestos, la clientela… plano-mercado-web-1-baja En la plaza del mercado nos reunimos con Diana Canela que nos cuenta las fases por las que ha pasado el mercado en los últimos años, desde un intento de compra por parte de una gran superficie, al semiabandono con casi la mitad de los puestos vacíos o la entrada hace menos de dos años de una oleada de nuevos comerciantes con una mirada de negocio diferente. Maniobras Reciclantes es un ejemplo de ello y Diana es una de sus fundadoras. Sin embargo hoy estamos hablando de comida y uno de esos proyectos que necesita el mercado como ecosistema para desarrollarse es “No es una vaca cualquiera”, que intenta facilitar el acceso a carne ecológica de calidad a un precio asequible. Si quieres ponerte en contacto con el proyecto puedes hacerlo escribiendo al correo electrónico jabuti@sindominio.net. DianaCanelaMercadoLa carne es un producto delicado que no permite que se rompa la cadena del frío. Para los grupos de consumo, que reciben y recogen sus pedidos una vez a la semana es difícil mantener la carne refrigerada. Por otro lado, Carnes Braman, la empresa de la familia ganadera que cría las terneras en la sierra de Guadarrama en Segovia, tiene dificultades para distribuirla y los Panchitos del Frente, un puesto de quesos y productos ecológicos del mercado, una nevera infrautilizada. Diana y un compañero se han puesto manos a la obra tejiendo con su tiempo y su pasión una red de alianzas e intercambio que favorece a todas las partes. La vista de tantas cosas ricas y la hora, hacen que nos acerquemos a Komo en Kasa, el puesto de comida casera para llevar o comer allá mismo, donde muchas elegimos repostar. Vamos pidiendo nuestros platos y tomando asiento en la plaza central del mercado.                comida_01                                        comida_02 Y con la hora del cierre llega Esther Alonso, de Amores Berros que ha parado un rato del ajetreo de los miércoles. Es el día de la semana en el que prepara cestas de verdura y fruta ecológica que puedes recoger en el mercado o recibir en casa por bicimensajería. Amores Berros es un proyecto que surge de manera diferente a lo que suele ser habitual o al menos a las recomendaciones de las escuelas de negocio. De una situación de desempleo con pocas perspectivas y la posibilidad de alquilar un puesto en el mercado a un precio asequible surge la idea de abrir una frutería zumería ecológica. AmoresBerrosEn Amores berros, pretenden democratizar el placer del buen comer, ofrecer salud, afirmar las relaciones de apoyo y confianza entre consumidores y productores así como hacer del Mercado un nuevo espacio de encuentro y cohesión. Una de las claves que han encontrado para gestionar la diversidad de implicaciones y tareas, es contabilizar las horas de dedicación al proyecto, tanto de la parte productiva como de la reproductiva. Esta es una de la cuestiones que ha surgido varias veces a lo largo de la mañana, la potencialidad y las dificultades que acarrea la diversidad en los grupos cuando se emprende en colectivo. Puede resultar especialmente relevante en este caso, ya que en Driadas participan una quincena de mujeres y si bien un grupo numeroso tiene muchas fortalezas y multiplica las posibilidades puede ser difícil llegar a acuerdos, distribuir roles y tareas, o repartir los primeros ingresos hasta que la cooperativa alcance la viabilidad económica. KomoenKasa1Lucía se acerca a la mesa en la que ya hemos terminado de comer casi todas, la comida estaba deliciosa. Komo en Kasa surge de algunos intentos de proyectos relacionados con la comida que no fraguaron. En el mercado, ofrece una carta basada en recetas de la cocina española elaborada in situ con productos frescos y de temporada, con precios accesibles a todos los bolsillos.   Son casi las 4 de la tarde y algunas de las viajeras de este Login, tienen que volver a sus quehaceres, antes de despedirnos, una brocheta de palabras, una ronda con aquello que más nos ha impresionado, sorprendido, agradado… Nos quedamos con la ilusión, la necesidad de ser perseverante ante las dificultades, la sensación de haber aprendido mucho durante toda la mañana y la certeza de que pertenecer a redes, estar con otras, además de hacernos más fuertes, da sentido a lo que hacemos. Muchas gracias a todas por hacer posible el viaje.

Para el diseño y la producción de este Login hemos contado con la colaboración de Dabne, que forma parte de Emprender.coop, la línea de emprendimiento en economía social de Tangente

Moverse sin modelo. El arte de la danza dialoga con la creatividad social

El miércoles 12 de diciembre de 2012 nos encontramos a las 10 de la mañana en el bar San Millán de la C/ Toledo. Entre cafés y abrazos una veintena de personas se reencuentra. La mayoría se conoce previamente de bailar y crear: son participantes en el 26º Certamen Coreográfico de Madrid que da inicio con este Login_presencial.

El arte de la danza dialoga con la creatividad social

Paso a 2 Plataforma Coreográfica Asociación Cultural es la asociación que organiza el Certamen Coreográfico. Su proyecto está enfocado desde una perspectiva global teniendo en cuenta formación, reflexión, comunicación, programación y difusión. Laura Kumin, su directora se puso en noviembre en contacto con Login_Madrid para pedirnos la organización de un taller en el que los y las creadores participantes pudieran entrar en diálogo con experiencias y profesiones que se reinventan.

Calentando en el taller de aikido

Sobre cómo aprender a caer

Nuestra visita empieza en el Taio Doyo, un centro de artes marciales y marcianas que se enmarca en un tipo de arte que obra sin producción de objetos, sin representación, sin artista, sin espectador. Después de un ligero calentamiento, José Ángel Olalla nos enseña de manera práctica técnicas para caer sin hacernos daño.

En aikido se realizan repeticiones constantes en las que se perfeccionan dos manifestaciones, uke y tori (quien cae y quien hace caer) cambiando constantemente. Cada persona practica ambas en una rotación continua. El aikido es un arte de la pura práctica, donde incluso se puede renunciar al combate. Pretende ser un arte universal para ayudar a la paz .

Sobre el arte sin intención de arte

En círculo y con un té calentito entre las manos, José nos explicó la historia del proyecto. Taio Doyo es un espacio artístico donde fugarse de la producción de objetos. Apuesta por establecer relaciones que se salten las figuras de artista, espectador, instituciones y que sean útiles y en permanente construcción, buscando la sostenibilidad económica, nuevas alianzas con el vecindario y el barrio y abiertos a nuevas propuestas y actividades.

Sobre los espacios ¿públicos?

Tras haber pensado con los cuerpos con el taller de aikido y con las mentes en conversación, nos dirigimos al Campo de la Cebada, espacio situado muy cerca, esta vez al aire libre. Al llegar dimos una vuelta para situarnos y un rato después, de la mano de Basurama, recorrimos la trayectoria del solar, un espacio polivalente que utilizan múltiples personas y colectivos para realizar actividades culturales.

¿Qué es campo de la Cebada? Un espacio que estaba en desuso hasta la programación de actividades para la Noche en blanco del 2010. Basurama, que comisaria el evento, organiza actividades que van más allá de esa noche. Durante un mes se celebran diferentes actividades, se visibiliza un conflicto ya que hay escasez de espacios abiertos en el barrio y por otro lado hay que consensuar los criterios para decidir qué tipo de acciones y para quién está disponible Campo de la Cebada. En la actualidad en la gestión y cuidado del lugar están involucradas asociaciones vecinales, grupos de madres y padres, jóvenes deportistas, el ayuntamiento, el grupo de huertos y muchas personas a título individual. Todos los lunes se reúnen en asambleas abiertas a la que cualquiera puede ir.

Sobre la profesionalización

Rubén y Alberto nos llevan de viaje por el recorrido de Basurama. Desde sus inicios en la Escuela de Arquitectura en la que un grupo de amigos decide organizarse para hacer las cosas que les gustan con las personas o los grupos que les interesan hasta la profesionalización que conlleva la elaboración de presupuestos y por tanto la necesidad de dar valor económico a aquello que haces. En sus once años de andadura siempre han puesto la basura en el centro, como objeto con el que producir y como concepto que repensar.

Con la ciudad de Sintel y la película El efecto Iguazú como punto de inflexión en sus carreras y las abuelas que reutilizaban tetrabriks como tupperwares como heroínas máximas, en Basurama se articulan los deseos individuales con maneras de hacer, siempre junto a otras. La sostenibilidad es un lugar incierto al que se pretende llegar sin que haya mapas. Hay maneras de hacer en las que no se diferencia el trabajo para aprender o aquel que se hace para vivir, para pagar facturas, para pasarlo bien, para encontrarse. Es una manera de hacer.

Sobre qué hace que un espacio sea bailable

Y el Campo de la Cebada se mezcla con posibles lugares que crecen hasta escenarios en los que se baila y se ensaya, nos enredamos en la necesidad de cuidar el cuerpo, herramienta de trabajo, y la técnica como alianza o como escudo que te permite o no convertir cualquier espacio en bailable. Y el recorrido de Basurama saca a bailar trayectorias de danzantes que tuvieron que aprender de gestión cultural y giran las vocaciones retando a los trabajos mientras las dependencias del dinero se alejan… y se alzan preguntas que quedan flotando ¿Cómo devolver a las calles la danza? ¿Estamos pensando en dejar de hacer aquello que nos llena? ¿Qué necesita un espacio para ser bailable? ¿Cómo extender el conocimiento de los cuerpos que saben?

Sobre lo nuevo y lo viejo

Con las preguntas en movimiento nos dirigimos, bajando por la calle Embajadores hasta el número, el Mercado de San Fernando. Ana de La Casquería, la tienda de libros al peso, nos había acompañado toda la mañana y nos hizo de anfitriona. El mercado de San Fernando es un mercado de abastos con la peculiaridad de que alrededor de la mitad de sus puestos son de reciente apertura y muchos de ellos, además, de productos poco convencionales en otros mercados de este tipo: jabones de aceite reciclado, pulseras realizadas con cubertería, productos de comercio justo, carne, verdura y fruta ecológica, comida para llevar vegetariana o no, cervezas artesanales, libros usados al peso o un servicio de apoyo a la gente que usa software libre.

Sobre la reutilización y las nueva vidas

El puesto de libros no surge en lo que en principio parecería ser su espacio natural. Las personas que lo montaron tuvieron la idea hace ya tiempo. Fue tras unas jornadas en Tabacalera, organizadas por la plataforma en defensa de los mercados de abastos, cuando surge la oportunidad de alquilar uno de los puestos. Estar en el mercado tiene consecuencias. Hay menos riesgo económico ya que los precios del alquiler son menores que los de un local en la calle, pero no estar en un lugar visible obliga a buscar la clientela por otros medios.

La Casquería se inaugura el 14 de abril del 2012 tras la realización de unas importantes obras que llevó a cabo el grupo promotor, como en la mayoría de los nuevos puestos, en los que la renovación ha sido realizada bajo la tutela del “Do it your self”.

La Casquería es el proyecto de seis personas que, al margen de su formación académica, deciden emprender. En las circunstancias en las que se ha dado el proyecto es grato, es posible y se está logrando cierta sostenibilidad.  Además, el hacerlo por ti misma lo hace menos precario, ya que además del aspecto económico puedes poner en juego otros valores: elegir con quién, cómo y para qué trabajas…

En los ocho meses que lleva este proyecto abierto han surgido multitud de alianzas insólitas que previamente no estaban pensadas. Por ejemplo, la Casquería ha comenzado a ser un recurso importante para personas que están de mudanza o que no tienen sitio para guardar todos sus libros pero no desean tirarlos.

Sobre la coimplicación en un espacio común

Los puestos tradicionales en el mercado no tienen continuidad. Una de las cuestiones más duras es madrugar muchísimo para ir a Mercamadrid a por los productos. Las nuevas hornadas han reinventado los productos que venden, minimizando la dureza de los madrugones, por ejemplo.

No todo es distinto. El frío y el calor se comparten y la dificultad de sacar adelante proyectos económicos propios también. Ser dueña de tu proyecto te permite tener capacidad de decisión, también en el mercado como tal ya que los puestos de alquiler pertenecen a la asociación de comerciantes con derecho a voto.

El actual es un momento de transición en el que las formas previas, la cultura de mercado y las traídas por las nuevos perfiles se están conociendo, reconociendo y adaptando a las peculiaridades y necesidades de este espacio. A la hora de programar por ejemplo actividades culturales es necesario pensar qué relación tienen con el espacio que las va a acoger y sobre todo cómo repercutir de manera positiva a la actividad que sostiene el mercado, que es la comercial.

Este es un tiempo de escuchar, olisquear, probar con cariño y con cuidado.

La hora de comer en medio de un mercado despierta el hambre. En un puesto de comida preparada nos dieron de comer unos sabrosos platos. De postre, fruta ecológica y las conversaciones derivaron hacia nuevos temas o se centraron en lo inacabado de la mañana. Llegaba la hora de la siesta, de retomar los ensayos, de necesidad de cafeína en la sangre y antes de marcharnos hacemos una rueda donde twittear impresiones con palabras o con el cuerpo.

 

¿Nuevas o antiguas maneras de gestionar lo común en la Sierra Norte de Madrid?

El sábado 21 de abril madrugamos para estar a las 9 de la mañana en Atocha. Allá nos esperaba un autobús con el que llegaríamos en algo más de una hora a Berzosa de Lozoya.

La Sierra Norte

Cuando en el paisaje empezaban a vislumbrarse montañas, David Pérez nos ayudó a situarnos geográfica e históricamente en lo que se ha llamado sierra pobre de Madrid.

David es informático y ha participado en gran diversidad de proyectos colectivos en la sierra norte en los últimos 10 años. Su recorrido alcanza desde proyectos que tratan de garantizar la accesibilidad de la población rural a las tecnologías, específicamente con software libre hasta proyectos más cercanos a la producción tradicional con ganadería ecológica de ovejas y cabras.

Nos acercamos a una sierra más seca que otras zonas cercanas, por lo que sus posibilidades productivas son más limitadas. Por ello, esta zona ha sido especialmente sensible a macropolíticas relacionadas con la gestión forestal, hidrográfica o de subvenciones que favorecen determinados cultivos o tipos de ganadería frente a otros. Más recientemente el boom del ladrillo ha generado importantes movimientos en la calificación del terreno y en muchos pueblos se han vivido importantes conflictos entre sectores de población con intereses enfrentados. Los concejos abiertos, formas de autogobierno asamblearias, legales cuando los municipios tienen menos de 100 habitantes han prácticamente desaparecido, en algunos casos por un incremento artificioso del número de empadronamientos, cuando las cifras de habitantes no variaban.

Llegamos a Berzosa de Lozoya y qué mejor que un café de media mañana para desperezarse tras el bus, ir conociéndonos y comentar todo lo que David nos había contado.

Agua y huertos

Tras el desayuno, Sonia Loaysa, que vivió y cultivó un huerto en Berzosa de Lozoya durante algunos años, nos acompañó hasta los antiguos lavaderos del pueblo.

Sonia es bióloga y vive en la sierra norte de Madrid desde hace más de una década. Dedicada de lleno a la práctica y teoría de la agroecología y la cosmética natural, durante un tiempo formó parte de La Legona, un proyecto de producción agrícola de autoconsumo en la sierra. Actualmente forma parte de la asociación La Troje, que trabaja por un modelo de gestión campesino de los recursos fitogenéticos.

Hasta el lavadero, llegan las aguas canalizadas de tres manantiales. El agua se embalsa en una alberca que hasta hace un par de años estaba descubierta. En la foto podéis vernos escuchando a Sonia justo encima.

Los vecinos de Berzosa se reunían un fin de semana al inicio del verano para limpiar el estanque y se repartían las suertes de riego.

La canalización del agua atraviesa todo el pueblo. En algunos puntos estratégicos, levantando la tapa de lo que parecen alcantarillas, podemos ver las compuertas que permiten dirigir el agua a los distintos huertos. Cuando toca regar tu huerto, «diriges» el agua desde el huerto del turno anterior hasta el que tu cultivas.

Para ello se utilizan, además de las compuertas metálicas, trapos, maderas o plásticos intentando maximizar en cada turno de riego la cantidad de agua que llega al huerto. Al final, la disposición de los bancales debe asegurar que todas las zonas plantadas reciban la cantidad de líquido necesario.

El agua que no llega a los huertos no se pierde, su recorrido termina en algunos pastos que hay situados en la parte más baja de Berzosa.

 

Leña y pastos

Volvemos al autobús donde David y Sonia nos siguen contando cosas interesantes mientras nos acercamos a El Berrueco. Aunque no habíamos hecho grandes esfuerzos 🙂 un bocata o un cafecillo siempre sientan bien. Un rato después, caminábamos por la dehesa comunal de El Berrueco.


Oscar Pérez Llorente estudió veterinaria y ha pasado varios años trabajando en la cooperativa agroecológica de Los Apisquillos, que distribuye productos de origen animal en una red de cooperativas de consumo en Madrid. Allí trabajó con ganado menor, en horticultura y trabajos forestales. Más tarde trabajó los huertos de La Legona, además de organizar y distribuir las cestas de consumo. Ahora mismo forma parte de La Troje, donde se encarga entre otras cosas de la producción de plantel y de alimentos de la huerta.

En la zona que se ha podado este año, antes de finalizar febrero, Óscar nos explicó el funcionamiento de esta dehesa que suministra leña para las chimeneas de veinte casas del pueblo y donde pasta vacuno durante seis meses al año.

Las zonas de donde se extrae madera rotan cada invierno. Los árboles de la zona elegida son marcados con un número que corresponde a cada una de las suertes. Se denominan así, igual que en el caso de los turnos de riego, por que se reparten por sorteo y de esta manera el azar puede determinar la facilidad o dificultad o la cantidad de leña que se pueda sacar. Sin embargo, se intentan repartir los árboles de manera equitativa formando lotes que compensen árboles pequeños con otros más grandes.

Cuando vives en El Berrueco, puedes solicitar una suerte. Debes pagar 20€ de los que, si realizas de manera correcta la poda y la limpieza de los restos de la misma, te devolverán 14€. El tipo de tala que se lleva a cabo se tiene que hacer antes del inicio de la primavera en la que los brotes no han aparecido y se pueden quemar los restos que no se usan para leña junto a la zona de poda. Este tipo de uso permite además del suministro de madera la aparición de hierba que sirve de pasto para el ganado, que no se daría con el crecimiento natural de los fresnos.

Cada año una pareja formada por un forestal y un habitante de El Berrueco recorre la dehesa para decidir qué zona y qué árboles serán podados ese año. En algunas ocasiones se originan conflictos entre los criterios de ambos colectivos.

En pequeños corros dimos cuenta de las diversidades gastronómicas… hasta que las nubes, que habían aguantado durante toda la mañana, soltaron algunas gotas que nos levantaron justo cuando habíamos terminado.

 

Semillas y conocimiento

Nos acercamos al local de la asociación La Troje para tomarnos un café con pastas y escuchar a Laura Aceituno, una de sus fundadoras.

Laura lleva lleva años investigando sobre los recursos etnobotánicos de la sierra norte, lugar donde centró su tesis doctoral sobre este tema. Compatibiliza su labor científica con el desarrollo de un modelo para la gestión eficaz de los recursos comunes fitogenéticos en la zona.

Laura nos contó la importancia de la recuperación de las especies endémicas hortícolas y frutícolas de la sierra, un trabajo que requiere, además de la recogida y almacenaje de las semillas, recopilar los conocimientos básicos de cultivo que a estas se asocian, ya que hay especies más resistentes a la sequía, a las heladas, que requieren más o menos agua, etc.

La Troje se dedica a recoger ambos tipos de recursos, las semillas vivas, que clasifica y conserva en condiciones óptimas y los saberes, intangibles e igual de imprescindibles para mantener vivas las distintas especies.

 

Tecnologías y agroecología

Además de los objetivos y trayectoria de la asociación, durante el café conocimos a Javier, ingeniero agrónomo, que diseñó su proyecto de fin de carrera con una explotación de doscientas cabras en extensivo ecológico. Tras los estudios montó una empresa de informática en la que ha estado trabajando varios años desarrollando software orientado a sistemas en tiempo real. Actualmente participa en una cooperativa agroecológica donde se encarga de un rebaño de cabras y con el que está desarrollando un sistema de seguimiento por GPS del que nos contó detalles.

Tras el café, volvimos a tomar el autobús para ir al invernadero de la Troje. En el trayecto, Javier compartió otro de sus proyectos: el desarrollo de un sistema informático para la gestión de pedidos de los grupos de consumo facilitando la comunicación entre productores y consumidores.

Tras la tertulia en el local-oficina de la Troje, continuamos ruta hacia el invernadero de la asociación, donde ésta produce plantel a partir de las variedades locales de semillas y de las nuevas aportaciones al registro fitogenético de la zona.

Inesperadamente, desde Perales de Tajuña aparecieron varios compañeros de un grupo de productores de verdura para grupos de consumo ecológico que andan enfrascados en la gestión de un banco vivo de semillas en dicha localidad. Se sumaron a la visita y aportaron sus puntos de vista.

Ya en el invernadero Laura, Sonia y Óscar nos explicaron sus rutinas de trabajo, cómo se organizan y los problemas a los que se enfrentan en el día a día con las manos en la tierra.

Vimos el sustrato orgánico que emplean, el sistema de riego por goteo que han implementado y la manta térmica con la que cubren el plantel los días fríos. Pudimos observar una gran variedad de plantitas que crecen bajo los plásticos que incluyen desde especies hortícolas, aromáticas, medicinales y otras acompañantes y protectoras para el cultivo de huertos en ecológico.

Algunas referencias para ampliar la información

Web de la asociación La Troje: http://www.lastrojeras.info
La tesis de Laura Aceituno: Estudio etnobotánico y agroecológico de la Sierra Norte de Madrid.
Artículo en la Senda Norte de la Asociación La Troje: http://www.sendanorte.es/spip.php?article1987&var_recherche=troje