El sábado 14 de noviembre organizamos el primer Login_ del proyecto Login_MicroEmprendimiento_entre_mujeres para investigar las especificidades del microemprendimiento social urbano practicado entre mujeres de la ciudad de Madrid. En esta primera sesión nos hacemos algunas preguntas sobre el cuidado, el dinero, el trabajo y el empleo.
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Idealoga. El cooperativismo como forma de vida
Tras la conversación en la Eskalera Karakola, caminamos hacia el Colaboratorio para encontrarnos con Sandra, miembro de Idealoga, una cooperativa de iniciativa social que ofrece servicios de consultoría, intervención social y psicología “para una buena vida”. Apenas hemos recorrido unas cuantas manzanas y, sin embargo, el nuestro ha sido un largo viaje en las estrategias cotidianas para afrontar el trabajo, la renta y la vida: del rechazo del trabajo que se respiraba en los inicios de la Karakola pasamos ahora a un grupo de psicólogas que opta por el cooperativismo como apuesta política y existencial fuerte.
Pon el dinero y el trabajo donde estén tus ideas
Así nos lo cuenta Sandra. “Como psicólogas, lo habitual es el trabajo individual, pero hicimos nuestras prácticas en una cooperativa y vimos que esa estructura permitía tener control sobre tu renta y sobre los contenidos de tu trabajo, hacer un reparto colectivo, dar sentido colectivamente a lo que haces… Para nosotras eso tiene un valor incalculable, porque sentimos que, con nuestro trabajo, no sólo ‘ganamos el pan’, sino que también transformamos las relaciones sociales y económicas”.
Esto no significa que el cooperativismo sea la panacea, “la solución a todo”. Sandra no oculta en ningún momento las dificultades y los claroscuros: los salarios ínfimos durante los primeros años, las jornadas laborales de 12 a 14 horas, aún ahora, los altos niveles de estrés y exigencia para mantenerse a flote resultando a veces un modelo autoexplotador o las contradicciones con muchos de los clientes con los que trabajan (desde la administración pública hasta los “talleres de gestión del estrés” para una corporación multinacional. Pero buena parte de estos claroscuros y de los malestares que generan tienen, a su juicio, que ver con la precariedad generalizada y con la aceleración inserta en la cultura en la que vivimos. De hecho, en posiciones estables de trabajadores fijos por cuenta ajena aparecen problemas parecidos: hay una percepción de precariedad, porque aunque los sueldos son más elevados, el nivel de vida y las expectativas también, y hay mucho estrés ligado al trabajo por objetivos que impone la empresa.
Por otro lado, la cooperativa ofrece un espacio colectivo desde el que elaborar las contradicciones y los malestares, diseñar estrategias para afrontar los vaivenes del mercado y combinar motivación con flexibilidad: “Fijar objetivos juntos hace que te empeñes y que aceptes jornadas de 14 horas, porque trabajas por algo que te crees y has decidido y, por otro lado, hay también una flexibilidad, por ejemplo, yo he tenido una baja de 9 meses para cuidar a mi hija y mi equipo no sólo lo aceptó, sino que además trabajó para facilitar mi reincorporación”. Otro criterio que marca la diferencia es que “no buscarnos crecer todo el tiempo, sino sólo sostenernos”.
Terapia en tiempos de incertidumbre e hiper rendimiento
A pesar de estar formada por psicólogas, Idealoga no nació como una cooperativa de trabajo terapéutico privado, sino más bien de atención psicosocial subcontratada desde la administración pública y ofrecida, pues, como servicio público. Sin embargo, con la crisis y los recortes, lo terapéutico, como servicio de consulta privada o como complemento al servicio de salud para trabajadores de una gran empresa, se mostró “como una alternativa de mercado más estable”, que permitía, además, no depender de un sólo financiador y afrontar mejor los altibajos de estos tiempos de precariedad e incertidumbre.
Idealoga forma parte del Grupo Cooperativo Tangente y del Mercado Social de Madrid. Por esta vinculación y otras con el mundo de la economía social y solidaria, llegan a la consulta de Idealoga muchos cooperativistas: “gente cercana, emprendedora, cargada de las insatisfacciones y los malestares que genera nuestra forma de vivir –ansiedad, tensión, problemas para gestionar, para conciliar…”. “Nuestro enfoque ante estos problemas no es de corte psicoanalítico”, nos cuenta Sandra. “Proponemos procesos formativos, de duración variable (entre 5 meses y 2 años), donde ofrecemos herramientas para organizar mejor tu vida”.
“Vivimos en el ‘Siglo del Yo’: hay toda una industria publicitaria organizada en torno a la individualidad, que transmite el mensaje de que hay que ser un individuo único, especial.
Las terapias son algo cultural, muy relacionado con el proceso de individuación: en el siglo del Yo, la individualidad de cada uno está más presente que nunca. En el contexto de la salud mental, hay una explosión de las disciplinas psi: es decir, una tendencia a psicopatologizar muchas cosas y un auge increíble de las farmacéuticas y los psicofármacos. Desde Idealoga tenemos una visión crítica de todo esto. Nos juntamos para leer nuestro trabajo desde ahí, también porque somos psicólogas sociales más que clínicas. Nos planteamos un trabajo terapéutico que tenga en cuenta la sociedad en la que estamos insertos y que busque desarrollar la conciencia crítica. A veces derivamos directamente a espacios colectivos por que más que una terapia lo que la persona que viene necesita es relacionarse y trabajar algunas cuestiones en grupo”.
¿No hay en lo terapéutico contemporáneo, en el énfasis por encontrar “soluciones”, “estrategias de control del estrés”, una obsesión por lo afirmativo, que expulsa la negatividad, que insiste en el “sí se puede” y, con ello, entronca sin duda con espacios colectivos como el 15-M, pero también con lo peor de la autoayuda, que hace recaer todo el peso de la responsabilidad sobre el individuo? La pregunta polemizadora surge del corro de invitadas al Login_ que escucha con atención y respeto lo que Sandra nos cuenta. “Creo en la capacidad de cambio de las personas”, dice Sandra, “en ese sentido del ‘sí se puede’. Pero no me creo el discurso de de la autoayuda que plantea que siendo positiva y deseando de verdad, lo podemos todo, Barbara Ehrenreich lo retrata muy bien en su libro ‘Sonríe o muere’. En primer lugar, necesitamos a otras para cambiar. Además es importante identificar lo que depende de nosotras y lo que no”.
Autocuidados y emprendimiento
¿Cuál es la relación entre autocuidados y emprendimiento? Esta es otra de las preguntas que surgen del corro al calor de nuestra conversación. “En nuestra experiencia”, nos cuenta Sandra, “estos dos caminos se cruzan, porque para nosotras el emprendimiento cooperativo es fundamental para relacionarnos con el trabajo y el dinero tal y como queremos, cuidándonos”.
Para Idealoga, el trabajo es un asunto central (“un hecho natural”) y plantearse de qué vamos a trabajar, para qué y a quién vamos a sostener con nuestro trabajo es una reflexión fundamental, no sólo para una misma, sino como un regalo que ofrecerle a otros. Desde este convencimiento, Idealoga hace promoción del emprendimiento, pero con un enfoque que rompe con la versión tan individualizada que se ha puesto en boga en los últimos años: “para nosotras, el emprendimiento tiene que ver con la autoorganización de trabajo para que revierta en una dimensión social”. En definitiva, es sinónimo de cooperativismo. ¿Contribuye Idealoga, con su promoción del emprendimiento, involuntariamente, a la onda expansiva del “empresario de uno mismo” neoliberal o más bien al revés, hackea esta onda, resignificando y reconfigurando la práctica de emprender con su ADN cooperativista? La pregunta queda en el aire, apenas enunciada, pero nos acompaña ya luego durante todo el viaje.
De lo que no queda duda es que las socias de Idealoga dedican momentos específicos de su jornada laboral a la elaboración colectiva de estas contradicciones y que esta elaboración se entiende como cuidado del grupo y sus miembros: “En Idealoga, las contradicciones las trabajamos en los espacios de cuidado, hablando de ellas, teniéndolas en cuenta a la hora de tomar decisiones e intentando convivir con ellas”.
Para Idealoga, este tipo de espacios específicos de autocuidado deberían estar presentes en toda la economía social, no necesariamente como un servicio centralizado, sino como algo a tener en cuenta y practicar desde diferentes lugares. “Ahora nos empezamos a preguntar qué queremos que sea nuestra cooperativa en relación con el ecosistema cooperativista que habitamos”, explica Sandra. Y añade: “Nos gustaría aportar desde la formación en este tipo de cuestiones”.
El contraste entre el rechazo del trabajo y la apuesta existencial por el cooperativismo aún genera cortocircuitos en nuestras neuronas mientras paramos a comer. Entre viandas, algunas de las invitadas discuten sobre el papel de lo público, o su desmantelamiento, en todo esto. Añadiendo una capa de complejidad más, iniciamos, aún con el postre en los labios, un nuevo viaje, en este caso rumbo a Palomeras, Vallecas. Los parques de colinas construidos sobre las chabolas de la inmigración rural, los bloques de realojo y las precarias construcciones nos recuerdan que, por más que todas podamos intentar un emprendimiento, los “nichos de mercado” de todas no son los mismos.
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